Reintegración de los Orígenes
De
las numerosas tradiciones que actualmente nos abordan, la tradición
Rosa+Cruz mantiene de forma implícita sobre la degradación del Universo
ocurrida por medio del hombre. Y para que ésto vuelva otra vez a la
normalidad de su origen lo que era antes de los comienzos, deberemos
empezar por integrar al Ser, la semilla regenerativa que fructifique en
nuestra alma la luz del espíritu. ¿De qué forma sino, lograríamos la
comunión con el alma sin el esfuerzo requerido? En el "Tratado de la
Reintegración de los Seres" de Martinès de Pasqually, del que ya se ha
expuesto en páginas anteriores, nos explica de forma clara la doctrina
de la Caída del Hombre -la prevaricación-, la salida del Edén (perdiendo
su forma gloriosa), la degradación de su Ser, y posteriormente la
petición de Adán en la plegaria de Reconciliación al Creador. Esta
manifestación de Reconciliación, es precisamente lo que se le pide al
ser humano para volver a su estado primigenio o primitivo del que era en
su forma gloriosa. Para que esta operación pueda darse en el hombre,
necesita de un Agente Mediador y Divino en que lleve a cabo la
Reconciliación, la Regeneración y finalmente la Reintegración del Cristo
resucitado. Este Ser [el hombre] creado a imagen y semejanza divina,
gozando de la inmortalidad, de las virtudes y poderes espirituales y
divinos originales en su estado de gloria, decidió por su libre
albedrío... separarse de su eje central, perdiendo a consecuencia de
ello su semejanza con el Creador. Desde ese momento al ser expulsado del
jardín terrenal y separado de su origen divino [de la luz a la
oscuridad], se encuentra en un estado de permanente privación. De ese
modo, habiendo perdido su condición de luz al condenarse él mismo, se
origina un estado diferente al que tenía; su esencia espiritual (la
cual, aún sigue manteniendo) se convierte en un cuerpo de esencia
material abocado a toda clase de sufrimiento, desolación, corrupción y
muerte física de la que tendrá lugar.
Si
en su acción divina no hubiera pecado, con los mismos poderes creativos
secundarios de los Primeros Seres, aunque sujeto a los mismos
principios y leyes en los limites de creación que los Seres Caídos que
le tentaron al acto de crear, violando dichas leyes e interfiriendo en
los primeros poderes creativos de los que el Creador ejercía, Adán
hubiera mantenido su Cuerpo de Gloria inmortal en su estado de "Menor
Espiritual" (Jerarquía de Seres Espirituales). Siendo por este acto
consumado de rebeldía lo que lo hace descender a las tinieblas, a lo
material, esclavo de su cuerpo físico y con las mismas necesidades que
cualquier otro ser vivo. Es entonces cuando Adán, al darse cuenta de la
acción de desobediencia cometida, le suplica al Creador su misericordia
en un acto de Reconciliación. De esta forma, desde la Gloria Divina, el
hombre podrá volver al estado glorioso del que emanó; cuando emprenda su
retorno a la vía de la Reintegración.
Este
conocimiento que consecuentemente se concede desde la doctrina
Martinista, desvela prácticamente el origen del que provenimos y las
acciones ofrecidas para realizar el camino evolutivo en las fases de la
Iniciación. Este sistema, del que es inherente en el proceso de Ritos en
el discípulo, comporta una serie de reglas en la tipología de la
conducta de los trabajos en la persona: la inclinación en pro de una
purificación, los ayunos pertinentes, plegarias, salmos de penitencia,
letanías, oraciones y la Teurgia propiamente; con sus invocaciones y
evocaciones. Los participantes de la Gran Obra, en la medida que van
alcanzando los grados superiores de la Orden, se encuentran introducidos
en la ejecución de ésta parte valiosa de la doctrina en que las
operaciones, resultan ser de lo más provechosas en cuanto a la
culminación de las mismas. Por ello, desde ésta alianza de amor
incondicional de la Naturaleza divina hacia la Naturaleza del género
humano, en que se formaliza la Misericordia de Dios de la unión íntima
en la Gran Obra, se establece el vínculo de la revelación en la
Naturaleza del Hombre-Dios; aquella de la que el primer Adán gozaba
junto a su Creador, y que por desobediencia en el acto de prevaricar,
cayó sumido en un estado intemporal de degradación. Ya en el segundo
Adán, el Reparador, en Jesús-Cristo, se le hizo participar al igual que
el primero de una condición gloriosa con las virtudes y poderes
espirituales y divinos originales, con la misión redentora de contribuir
al ser humano el sacrificio de la voluntad para la rehabilitación de sí
mismo y de todos sus congéneres.
Esta
es la idea central para que el hombre, en su afán de voluntad, trabaje
con el anhelo de suprimir las impurezas que se encuentran en su Ser, y
pueda de esta forma desprenderse del hombre viejo por el logro del
eterno logos divino. Una purificación, secuenciada por la perseverancia,
el esfuerzo y la perfección en sí; un trabajo previo, en que la técnica
de la introspección nos lleve a desprendernos de cristalizaciones
fútiles. Esta es la labor del hombre de deseo, un hombre nuevo en el
nacimiento de la resurrección; una transformación, dirigida en el
proceso del tiempo, para que la acción terapéutica consiga su panacea o
medicina real. Según la frase de Jesús: "Yo Soy la puerta abierta que
ningún hombre puede cerrar", confiere importancia relevante en la vía
del Reparador. Desde que el hombre toma conciencia en el arrepentimiento
de las malas causas, un nuevo Templo se erige en su corazón; y es ahí
por medio de la transformación, donde los cimientos del Templo llegan a
resplandecer.
Las
operaciones desarrolladas en todo su conjunto en la Orden de los Elus
Cohen, promovían en una u otra forma los elementos requeridos para
trabajar en la vía de la Reintegración. Actualmente, las órdenes
Martinistas al igual que en épocas pasadas, creen oportuno mantener
cierta ayuda por las entidades invocadas al considerarse útil para el
camino de la vía. Estas operaciones, por tanto, en las que se utilizan
determinadas fuerzas y poderes divinos a través del ser humano, se
conciben como muy necesarias al formar parte de los trabajos que la
misma tradición les dispone en los objetivos a seguir. Los trabajos
empleados pueden diferir de unos a otros dependiendo de la Orden.
Exorcismos, conjuros y otras clases de cultos, se utilizan
consecuentemente en el Templo para diversas acciones. En cuanto al
exorcismo, tiene el requisito fundamental en la naturaleza de los
trabajos que se emprenden, el combatir toda intención maligna cuando
esta aparece en la ceremonia. Sin embargo, cuando se tiende a contactar
con Jerarquías de Entidades Espirituales, ya sean Ángeles u otra
Potestad destinada a cualquier clase de petición, como a los Santos,
Seres Guías, Entes Protectores.., establecemos un contacto muy especial
en los conjuros de la liturgia ceremonial. Los propósitos pueden ser
numerosos dependiendo de lo que establezca la regla de la hermandad o la
Orden a la que pertenezcamos. En este sentido las ceremonias comparten
un proceso desde lo colectivo a lo individual, como fundamento en el
camino espiritual al despertar las fuerzas que motivan al alma, al
alcanzar una expansión de conciencia como mecanismo en la experiencia
mística o mágica.
Y
desde esta experienciación, cuando sucumbe en el mekubál -el iniciado o
aceptado-, según el concepto kabbalístico, retomamos un alineamiento
desde las fuentes de la tradición hacia la luz del Oriente;
respectivamente el retorno. Por esta razón la semejanza de los ritos en
las iniciaciones con la "Caída del Hombre", tiene un objetivo
primordial; tomar conciencia de lo que el hombre era en su estado
original, y lo que es en su estado actual. Apartir de aquí se producen
las transformaciones en los cambios de la conciencia del Ser; por esto,
el trabajo iniciático comporta la búsqueda de lo perdido y la anulación
de la prevaricación y la caída consecuente del primer Adán.
Restableciendo en dicho hombre las semejanzas de la luz de la gloria
Divina; éste es el fundamento de toda Iniciación, la construcción del
Templo en el Ser de la persona.
Dejando
constancia de la rigurosa discrección que debe realizarse, de aquellos
otros detalles y contenidos, que sólo las Verdaderas órdenes deben
dispensar.
"Saber, Querer, Osar, Callar"
Antiguo Adagio
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