"Ya
no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que su Señor va a
hacer; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi
Padre, os las he dado a conocer.
No
me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he
puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para
que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, Él os lo dé"
Juan 15,15-16
Los Caballeros de Cristo
Con
el paso continuo de los siglos se ha venido observando y rescatando en
la tradición occidental, la herencia de lo que se ha dado a conocer como
órdenes de caballería espiritual. Esta singularidad, de la que ha sido
marcadamente propensa en el cristianismo de occidente, tuvo que ver
ciertamente con las órdenes militares que se desplazaron a Tierra Santa
para dar protección a los peregrinos y liberar Jerusalén de los
infieles. Siendo los caballeros de las Cruzadas Templarias y las
tradiciones islámicas de Oriente Medio, los que tomaron un mayor relieve
a partir del s. XII conjuntamente con la tradición medieval en la
búsqueda del Santo Grial (San Graal).
Esta
corriente bíblica y ancestral, arrastrada por la tradición caballeresca
y mística, llega a la cultura del siglo de las luces (s. XVIII)
arropada por los guardianes del ideal cristiano y como una escuela de
moralidad, constituida por varias funciones: defender como Caballería
Espiritual y Cristiana el acceso a todos los profanos que no reúnen las
condiciones de los primeros de la "Edad de Oro" (remontándose a los
orígenes de Adán), y en segunda característica, otorgar la participación
a aquellos que se sienten comprometidos por el servicio cristiano en la
Unidad con Dios, estableciendo hacia los demás las cualidades de
caridad, asistencia a los desvalidos, fraterna-
lización de amor a los semejantes, y los atributos que caracteriza el progreso en el viaje iniciático hacia la Gnosis.
Según
fue transcurriendo el tiempo, las antiguas corporaciones de
constructores, de oficios y gremios artesanales convencidos por el "Arte
Real", supuso en los siguientes siglos de la época medieval una
impregnación de élite humana donde la decadencia y el enriquecimiento
convivirían juntas; en ese traste de pensamientos, los ss. XVI y XVII
fueron decisivos en la propagación de corrientes de pensamiento
Rosa+Cruz. Los sistemas alquímicos, filosóficos y místicos, originaron a
la vez en la tradición hermética de la Europa del s. XVIII un continuo
renacimiento de asociaciones, Templos y comunidades de carácter sublime
en la expansión de las ideas. Es aquí donde la Orden Martinista deviene
en esplendor, al caracterizarse una continuadora de la tradición
caballeresca cristiana.
Esta
Orden Martinista, al igual que dijera Papus, constituye una muestra de
difusión iniciática. Teniendo como objetivo fundamental el desarrollo de
las cualidades espirituales, en los candidatos que se esfuerzan
infaliblemente por medio de los estudios y la observación.
Consecuentemente, el Martinismo no debe representar óbice alguno para
aquellos que se comprometen con dicha vía. Por ende, este esfuerzo debe
ser propiciado en la venida del descenso del Paráclito. Esta ciencia de
Misterios, protegida en el tiempo por los Soldados de Cristo, establece
la edificación correspondiente para ser alcanzada y comprendida en el
ámbito de la analogía. Y esta fuerza, recogida por línea directa de los
que han sido portadores de la luz oculta, desciende al ser humano como
un centro activo de moralidad; nuestros ancestros operativos, los que
salvaguardaron la corriente espiritual por inspiración divina; aquellos,
que establecieron contacto con el mundo invisible por sus principios de
entrega a través de determinadas letanías y otras clases de prácticas.
Lógicamente,
en este mundo de ensueño y a la vez palpable, la senda sólo es una: la
evolución integral de nuestros niveles como persona, compromiso consigo
mismo en la vía del discipulado, las muestras oportunas de caridad y de
ayuda a nuestros comunes, y la propagación del Cristo Divino de aquellos
que deseen formar parte de un Plan Eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario