De manera muy gráfica y premonitoria Pérez Alfonzo decía que el petróleo era "el excremento del diablo". De igual forma podemos afirmar que la inflación es el desecho del Banco Central. La inflación es el resultado de los excedentes de emisión de dinero "inorgánico" por parte del Banco Central. La función de emitir moneda es una de las más delicadas en un país. La moneda nunca debe ser emitida sin mecanismos claros y transparentes que rijan el proceso. En las economías modernas los bancos centrales siempre tienen que ser autónomos.
Cuando
un banco central deja de serlo inevitablemente quien lo domina -el
gobierno- terminará por exigirle la impresión de moneda para financiar
el gasto público. Mientras más populista es un gobierno, menos acepta
que la economía se rige por ciertas normas que no pueden ser
manipuladas. Y mientras más se ignoran esas leyes para cumplir con la
voluntad dogmática de algún líder, más graves serán las consecuencias y
más alto el precio que al final del día terminarán por pagar los
pueblos.
Consecuencias
Suelen
creer los líderes populistas que así como con sus discursos pueden
manipular a las masas, con su voluntad podrán doblegar también las
economías. Sin entender de las consecuencias de sus acciones, terminan
por provocar daños a veces irreparables, convencidos de que ellos son
intérpretes de la voluntad popular, a lo cual le agregan que la voz del
pueblo es la voz de Dios, con lo cual terminan por creerse dioses ellos
mismos. Pocos daños mayores se le puede provocar a un pueblo que
destruir el valor de su moneda. Con razón decía Lenin: "la mejor manera
de corromper el sistema capitalista es corromper su moneda". Ahora bien,
el valor de una moneda está estrechamente ligado a su respaldo y al
sistema de precios. Los países comunistas siempre intentaron introducir
un divorcio entre costos y precios. Ello los condujo al fracaso del
sistema y al establecimiento de monedas sin respaldo y con poca o
ninguna aceptación. Eso está pasando hoy en Venezuela. El gobierno
pretende controlar los costos y los precios. Eso es imposible de lograr
por vía de imposiciones o decretos.
El
gobernante puede forzar a un productor a vender un producto a
determinado precio, lo que no puede es obligarlo a que lo produzca si no
va a obtener un beneficio. Decide entonces el gobierno producirlo él
mismo. La realidad es que en manos del gobierno la producción resulta
mucho más ineficiente y los costos considerablemente mayores. Al final
del día, lo único que logra es que las empresas públicas arrojen
inmensas pérdidas -que es el denominador común en Venezuela- o bien que
esas empresas se paralicen o produzcan muy por debajo de su potencial.
Todo lo anterior lleva a la sociedad a una escasez creciente de los
bienes más esenciales. Y en la medida en que todas las actividades
empresariales del Estado en lugar de aportar recursos al Presupuesto
Nacional vía tributos, lo que hacen es exigir recursos al Fisco para
cubrir sus pérdidas. Lo que termina ocurriendo es que cada vez son
menores los recursos que se pueden destinar a funciones vitales del
Estado como son la educación, la seguridad, la justicia y la salud.
Éstas terminan por colapsar.
Independencia
Enfrentado
a un déficit fiscal cada vez mayor, el Estado opta entonces por
quitarle la independencia al Banco Central para forzarlo a emitir
dinero para financiar el gasto público. Esto nos lleva a cerrar el
círculo con los planteamientos hechos al principio de este artículo. El
dinero sin respaldo que imprime un Banco Central para cubrir el déficit
fiscal es lo peor que se puede vestir sobre un pueblo. Es el
responsable de la inflación que le roba el poder adquisitivo al salario
de los trabajadores y corrompe la moneda arrojándola a la vorágine de la
devaluación. Muchos bolívares tratando de comprar pocos bienes se
traducen inevitablemente en un aumento sostenido de los precios.
Como
además el gobierno ha desestimulado la producción de esos bienes, el
resultado es una paralización progresiva de la economía y una escasez
que abruma a la sociedad. Aparecen inmensas colas y racionamientos y se
genera ese fenómeno altamente improductivo al cual se le ha dado el
nombre de "bachaqueo". Además, al no encontrar bienes que comprar en el
país, los excedentes de liquidez generados por la emisión de dinero
inorgánico, se desvían hacia la compra de divisas en el mercado
paralelo, lo cual explica la brutal devaluación de nuestra moneda en ese
mercado. Es evidente que las autoridades del BCV conocen estos hechos,
sin embargo pretenden ocultarlos a través de una supuesta "guerra
económica" para justificar el daño que ellas mismas están causando con
sus políticas equivocadas.
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