La Iglesia Invisible
En
todos los órdenes religiosos, como también culturales, han surgido
determinadas revelaciones divinas que han irrumpido en la vida del ser
humano, para dar origen a cierta naturaleza tradicional desde que es
recibida. En este sentido, la unión y conformidad en las voluntades
establecidas, ha originado el encuentro entre dichas tradiciones y de
aquellos que se han dedicado a transmitir el conocimiento, o las
Verdades Arcanas desde un sentido divino y manifiesto.
La
Iglesia Gnóstica, Ekklesía (Ecclesia), Iglesia invisible o interna,
según se la suele definir, es la asamblea o reunión de personas para un
fin concreto. En este caso el que nos ocupa, refiere llanamente a un
grupo de personas o iniciados dedicados y comprometidos en la búsqueda
de la Gnosis y la práctica comunitaria.
Actualmente
al contemplar a nuestro alrededor los motivos que tienen origen en
alguna de éstas Iglesias, se puede comprobar al intuir en las mismas,
ciertos aspectos o intenciones que para nada tienen que ver con el
sentido real al que deberían estar sometidas. Y aunque es cierto en
convenir, las divisiones que deben realizarse desde lo externo a lo
interno, se deben puntualizar las características que éstas recogen
dentro de su propio seno. El concepto exotérico o exoterismo, da lugar a
los aspectos externos con que fluyen en aquellas religiones o
tradiciones espirituales, en que sus componentes, sus situaciones o
diversas acciones, tienen consonancia desde todo lo que es accesible y
al no tener condición de reserva alguna. En cambio, lo esotérico o
esoterismo, manifiesta su naturaleza intrínseca, oculta y conferida
secretamente, de aquello que no es conocido y que requiere cierto grado
de participación para ahondar en su aspecto; ya sea a modo personal por
los niveles de conciencia, de alguna doctrina, o simplemente de ciertas
clases de iniciaciones en que se requiere la discreción.
En
dicha cuestión, la tradición Martinista está avalada internamente por
la egrégora de la Iglesia Gnóstica o Iglesia invisible en la que es
amparada; y, especialmente, sus dirigentes han sido poseedores de cierta
sucesión apostólica por varíadas vías a las que pertenecían, debido, a
una consagración real y episcopal de la que formaban parte, en continuas
y sucesivas épocas. A día de hoy, esta situación sigue teniendo la
misma equivalencia que en la de antaño; pues si bien, su estructura
sigue guardando cierta semejanza a los aspectos sacerdotales de la
tradición cristiana (...), la Iglesia Gnóstica continúa con los rasgos
generales e internos que acontecieron anterior al cristianismo con sus
formas de culto y demás sacramentos, y que refieren a la tradición de la
Gnosis. Dicho esto, cabe mencionar sobre las comunidades de cristianos
gnósticos en su papel fundamental, al distinguirse en las prácticas
varios tipos de fieles comprometidos con el conocimiento. De igual
forma, la tarea esencial del gnóstico pasa por profundizar en la Gnosis
(sabiduría) y retornar cuanto antes al Pleroma del que es su origen.
Desde éste aspecto, se retoma a esclarecer al igual que los Antiguos,
las tres clases de hombres que se encuentran en este Mundo según la
soteriología: los que pertenecen a la clase material, llamados también
hílicos, no tienen opción alguna a la salvación por considerarse así su
naturaleza inmersa en dicha materia; la clase de los psíquicos, en la
cual el hombre se toma más consideración a sí mismo, por su orientación a
una vida recta y de entrega a la salvación; y en la clase
correspondiente al hombre espiritual o pneumático, la de aquellos que
poseen la chispa divina, los verdaderos gnósticos preocupados por
alcanzarla y que retornan a la gloria del Pleroma. En resumida cuenta,
la práctica soteriológica de la salvación, constituye fundamentalmente
para la mayoría de las comunidades gnósticas, el culmen del hombre para
traspasar el Mundo de la materia; teniendo a considerar, que si es
difícil para sí procurarse dicha salvación, ésta debe de llegar desde el
exterior del hombre, de lo divino; alentando, estimulando y despertando
el velo de aquél.
En
las prácticas comunitarias, anterior y posteriormente a Jesucristo, el
ideario común y del repertorio cotidiano sacramental al que ciertos
grupos se encontraban expuestos, se servían a utilizar distintos
sacramentos encaminados al rescate del Principio Crístico en ascenso al
Pleroma. Todos ellos -los sacramentos-, resultaban ser de cierto uso en
la preparación a la salvación. Pero como ya se ha indicado, esta
salvación debe venir desde un acto puramente interno. Si no se tiene la
experiencia de las cosas mismas como acto de la Revelación, esta chispa
como parte de la fuente reveladora no tendrá lugar sino proviene como
acción auténtica de Dios-Hombre. Esta experiencia de lo externo a lo
interno es propio fundamentalmente, en la indagación de cada ser humano
de su luz interna, y, por ende, del rescate auxiliador desde lo Eterno.
La
Iglesia Gnóstica como tal, es aquella que está regida por los
principios de la Verdad y en unión únicamente, por un mismo espíritu del
cual emana toda su sabiduría y en el que expande su luz a todos los
rincones del Universo. Esta Iglesia singular, morada perfecta de los
elegidos y escuela de enseñanza de moralidad, es la que sustenta el
conocimiento divino y de los que buscan una experiencia de la sabiduría y
de todos sus misterios. El reencuentro en la misma, de aquéllos que se
sienten inclinados hacia el Amor, reivindica en la misma forma un
espíritu de expresión y libertad sin igual, como núnca antes se haya
podido conocer. También es la Iglesia de donde expande su luz hacia el
Mundo; mucho antes de que éste hubiera sido constituido. Es la Iglesia
que cósmicamente teje sus redes y encamina sus propósitos de lo
invisible a lo visible, permaneciendo lógicamente, en representación de
un lenguaje externo y vivificando su estructura en todo lo material,
aunque a la vez velado. Esta ciencia es la Iglesia de Dios, consagrada
para el pueblo del hombre y perfeccionada para el profeta y el místico
como Templo de sabiduría Arcana; una ciencia en la que entraría a formar
parte al igual que fuera el sacerdocio de Melquisedec, rey de Salem y
sacerdote del Dios Altísimo, la Iglesia del Espíritu; la comunidad de la
luz, propagada por Servidores Desconocidos como la más antigua hasta el
día presente. Una tradición, en que mora la religión universal desde su
constante antigua; perpetuando en el Martinismo el sacerdocio de la
Gnosis.
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