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lunes, 30 de noviembre de 2015

Las 10 pesadillas más comunes y sus significados... MIENTRAS EN VENEZUELA ESPERAMOS SALIR DE UNA PESADILLA ESTE 6 DE DICIEMBRE PA RECUPERAR NUESTRA ASAMBLEA NACIONAL Y MUCHO MAS... UNID@S SOMOS MAS ¡

Bueno, como podrás imaginar, la interpretación y explicación de las pesadillas, lejos de ser algo sencillo, implica gran controversia, subjetividad y varias otras complicaciones (no faltarán los niñitos lloriqueando y hablando de pseudociencia). Lo cierto es que se trata de una cuestión sumamente interesante y que por más dificultades que represente su estudio, desde la psicología, la neurociencia y varias ramas de la medicina, se han desarrollado numerosas investigaciones al respecto.
Sabiendo que las pesadillas son un tipo de parasomnia y una parte esencial de nuestra actividad onírica que se desarrolla en la etapa del sueño MOR (REM), que tienen una explicación tanto fisiológica como psicológica y que entre otras cosas, suelen ser concisas manifestaciones que la mente nos figura mientras dormimosante excesos de estrés y ansiedad, hoy voy a enseñarte el significado de las pesadillas más comunes de acuerdo a las interpretaciones más habitualesdesde las ciencias. Échale un vistazo a esta interesante lista...

10. Soñar con desastres naturales

Soñar con un terremoto, un tsunami, una tormenta de grandes proporciones o cualquier otro desastre natural es más común de lo que uno pueda pensar y es la pesadilla que da comienzo a esta lista. Los desastres o catástrofes naturales representan un miedo inminente en el inconsciente, un fuerte sentimiento de ansiedad. Los expertos señalan que también puede manifestar situaciones que, como ocurre con el clima, no pueden controlarse y que implican leves crisis nerviosas. También es un signo de un problema de relacionamiento social y emocional.

9. Soñar con un fallecido

La aparición de un difunto o un ser querido que falleció en nuestra actividad onírica también es muy frecuente. La explicación a este tipo de pesadillas está directamente relacionada con las luchas emocionales que todos tenemos ante la pérdida de un ser querido, además, en estos sueños es determinante la forma en que el difunto pereció.

8. Soñar con perderse un evento importante

Muchas personas sueñan que se pierden eventos importantes como pueden ser una boda, una cita importante, un viaje, un vuelo, etc. Comúnmente, la interpretación de esta pesadilla, como la de muchas otras, se vincula con sentimientos de ansiedad y miedo ante la posibilidad de fallar o ser incapaz de cumplir con las expectativas de una persona que represente cierto tipo de poder. Está fuertemente ligado al concepto de responsabilidad, la negatividad y el pesimismo.

7. Soñar estar desnudo en público

La desnudez es más bien una cuestión de tabú y estar desnudo en público en los sueños es una pesadilla recurrente sobre todo en adolescentes. Sin embargo, los expertos aseguran que su significación puede estar dando cuenta de un problema serio, directamente relacionado con la baja autoestima, la falta de comunicación y los problemas de relacionamiento con el grupo de pares.

6. Soñar que se caen los dientes

Una pesadilla que también se asocia especialmente con problemas de autoestima, inseguridad y conflictos en la personalidad es la de soñar que los dientes se desprenden. También es una pesadilla común entre los adolescentes y es muy similar a la de estar desnudo en público, aunque ésta es más recurrente que la anterior mencionada. El miedo a ser juzgados por el vulgo, la ansiedad y la fuerte preocupación por la forma en la que otros individuos consideran el aspecto físico de la persona, son puntos claves detrás de esta pesadilla.

5. Soñar que nos lastiman o nos provocan una herida

Las capacidades de nuestro cerebro durante la actividad onírica es de lo más fascinante y los sueños pueden resultarnos muy, pero muy reales, sobre todo cuando soñamos que nos lastimamos, nos dan un golpe o alguien nos inflige una herida en el cuerpo. Es una pesadilla común y su interpretación sugiere la vulnerabilidad o la debilidad que está sintiendo quien sueña con esto. Está especialmente relacionado con problemas en el desarrollo del carácter y la personalidad.

4. Soñar que pierdes a tu pareja u otro ser querido

Otra pesadilla común y especialmente relacionada con la inseguridad, la ansiedad y sobre todo, el miedo a la soledad. Esta se caracteriza por la partida de un ser querido, que puede ser tanto una pareja como un amigo, un familiar o alguien muy cercano y se interpreta como un sentimiento de inferioridad, falta de confianza en sí mismo y dependencia de otra persona.

3. Soñar con estar atrapado o encerrado en un sitio

Esta es la peor pesadilla de quienes sufren trastornos relacionados con la claustrofobia o que han sufrido de experiencias traumáticas relacionadas con el encierro y justamente, es una pesadilla que suelen experimentar víctimas de secuestros. Existe también una interpretación más simbólica que sugiere que este tipo de pesadilla a menudo la sufren tambień quienes inconscientemente se sienten atrapados en situaciones de la cotidianidad, con problemas financieros, laborales, rutinarios y también emocionales.

2. Soñar que nos caemos

¿Cuántas veces soñaste que te estabas cayendo y despertaste con la violenta sacudida de tu cuerpo al reaccionar? Pues es la segunda pesadilla más común y según varias interpretaciones, es una manifestación del exceso de estrés y ansiedad que siente un individuo ante la incapacidad para controlar un problema en su vida personal.

1. Soñar que nos persiguen

Soñar que nos están persiguiendo es la pesadilla más frecuente. Generalmente se sueña que un animal considerablemente peligroso, una persona con malas intenciones o un ser ficticio y de tipo paranormal, nos persigue o intenta atacarnos. Según los expertos, esta pesadilla se da cuando sentimos miedo frente a una confrontación, puede ser contra el jefe del empleo, un profesor, un padre abusivo o una relación emocional que peligra su continuidad. También se ha notado que este sueño es más intenso y recurrente cuando la persona ha sufrido un abuso de cualquier tipo.
Sin lugar a dudas, la mente y nuestra capacidad para soñar, así como para entender nuestros sueños e interpretarlos desde las ciencias, es un amplio y desolado terreno en el cual aún nos queda mucho por recorrer. Desde ámbitos como el la neurociencia y gracias al desarrollo de las terapias psicológicas, se ha determinado que éstas son las actividades oníricas desagradables más comunes ysus posibles explicaciones. ¿Qué opinas tú al respecto? ¿Qué otra pesadilla has tenido y cómo crees que podrías explicarla? 

domingo, 29 de noviembre de 2015

VENEZUELA SIMPLEMENTE...



VENEZUELA TODAY: El hombre avaro Cuento con Moraleja para grandes y chicos infantil niños relatos historias español... MIENTRAS ESPERAMOS PACIENTEMENTE ESTE 6 DE DICIEMBRE PA RECUPERAR NUESTRA ASAMBLEA NACIONAL Y MUCHO MAS... UNID@S SOMOS ¡


VENEZUELA HOY: AVARICIA, EL AFÁN POR LA CODICIA... MIENTRA EL PUEBLO LLANO VENEZOLAN@ ESPERA HUMILDEMENTE ESTE 6 DE DICIEMBRE PA RECUPERAR SU ASAMBLEA NACIONAL Y MUCHO MAS...UNID@S SOMOS MAS ¡

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LA MORAL DEL CRISTIANO
REFLEXIONES DE NUESTRA MORAL
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

VI.    AVARICIA, EL AFÁN POR LA CODICIA
“Sea vuestra conducta sin avaricia; contentos con lo que tenéis, pues él ha dicho: No te dejaré ni te abandonaré; de modo que podamos decir confiados: El Señor es mi ayuda; no temeré”.  (Hebreos 13,5-6)


1.    EL ANSIA O DESEO DESORDENADO Y EXCESIVO POR LA RIQUEZA
Creo que la mayor cantidad de cuentos infantiles oídos por mí, muchos de ellos contados por mi madre cuando fui pequeño, hablaban de la avaricia, por eso desde siempre nunca he dejado de pensar sobre la maldad que hay en este vicio, el cual ha traído tantos males inimaginable a los hombres en todos los tiempos.
La avaricia es el afán excesivo de poseer y de adquirir riquezas para atesorarlas o la inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. Y es así, como la avaricia es uno de los pecados capitales que está prohibido por el noveno mandamiento: “No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo”  (Éxodo  20, 17) y el décimo mandamiento; “No desearás la mujer de tu prójimo, no codiciarás su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo.  (Deuteronomio 5,21)
“La avaricia (del latín "avarus", "codicioso", "ansiar") es el ansia o deseo desordenado y excesivo por la riqueza. Su especial malicia, ampliamente hablando, consiste en conseguir y mantener dinero, propiedades, y demás, con el solo propósito de vivir para eso”.
Dice Santo Tomás: Cuando el amor desordenado de sí mismo se convierte en deseo de los ojos, la avaricia no puede ser retenida. El hombre quiere poseerlo todo para tener la impresión de que se pertenece a sí mismo de una manera absoluta. La avaricia es un pecado contra la caridad y la justicia. Es la raíz de muchas otras actitudes: perfidia, fraude, perjurio, endurecimiento del corazón y es un gran enemigo del entendimiento entre los hermanos y divide a las familias, así lo relata también Lucas: “Uno de la gente le dijo: -Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo-. Él le respondió: ¡Hombre! ¿Quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros? Y les dijo: Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes”.  (Lucas 12, 13-15)
2.    LA PSICOLOGÍA DEL AVARO
Teólogos y científicos han observado la psicología del avaro y han comprendido la perversión moral y psicológica de tal hombre. El avaro se aparta de los demás, se encierra en sí mismo y se impone una austeridad que va incluso en contra de sus necesidades vitales. Como menos de lo necesario, pierde horas de sueño (para velar su fortuna), vive en la obsesión del robo o del incendio.
Dice el Señor: Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. (Mateo 6, 24). Así es, cómo algunos están enamorado del peso, (dinero), y aman más a este peso que el Señor, y si ven que alguien le va a tocar su dinero, de desestabilizan emocionalmente, se victimizan y se transforman en personas expertas en el manejo de los mensajes indirectos y disfrutan de mostrarse inocentes, disfrutando de contar sus tragedias o dramas, para bajar el buen ánimo a la persona que le critica, devolviéndole la culpa de no ser un buen hijo de Dios, claro al que se victimiza, no le interesa encontrar soluciones a los problemas de los que se halla víctima si se trata de compartir lo que tiene o lo que debe.
El instinto de conservación del avaro y codicioso, se manifiesta en esa perversión que no hace más que exagerar el instinto de economía y ahorro. Por tanto la avaricia sobrepasa la precaución y la prudencia; es un vicio espiritual, puesto que ha dado lugar a la precaución, y ambiciona no carecer de nada. La avaricia es la enfermedad del ahorro. A veces, este pecado es considerado como una virtud en razón de la modestia de vida del avaro y de su lógica ante el porvenir.
Es así, como cuando observamos a las personas que sufren del mal de la avaricia, dominada por la codicia, nos damos cuenta que raramente es consciente de serlo, sin embargo esa ansiedad de tenerlo todo, ese apego fuerte y egoísta a los bienes materiales, lo hace una persona destacable en su forma de ser en el sentido contrario a los valores morales  del hombre de bien.
3.    EL AVARO ES AMIGO DE LA CONVENIENCIA PERSONAL
La paradoja es que los avaros en muchas situaciones viven como un pobre para morir como ricos. Para el avaro, su fin es juntar, acaparar, y es amigo de la conveniencia personal, y a pesar de que conviven a nuestro lado, nunca son amigos de alguien por amor
La avaricia es un deseo enfermizo, de cualquier cosa, no solo de dinero, y es el acopio del egoísmo, y está ausente total de la bondad y generosidad, y se niega a participar en las necesidades del prójimo. En efecto el avaro es un ser negado, no le gusta compartir, es incomunicativo, no conoce la solidaridad, nada de lo que le ocurre a los demás le importa, y por tenerlo todo es capaz de asociarse a la soberbia, y porque no decirlo llegar hasta el robo con por esa excesiva pasión de atesorar todo lo que se imagina.
La avaricia no está oculta, está delante de nuestro ojos, lo que sucede es que parece que hablamos poco de ella o no la asociamos a las cosas rutinarias de la vida, pero nuestra sociedad está en medio de ella. En efecto, la avaricia es la mejor aliada de la sociedad consumista, debemos tener el mejor automóvil, el mejor reloj, la mejor y última innecesaria novedad de la tecnología. Lo esencial no es que tengamos más o menos bienes materiales, sino la forma en que los usemos.
Nuestro noticieros hablan diariamente de los modernos “Avaros”, aquellos que a toda costa no piensan más que en enriquecerse,  esos que buscan ocupar puesto de privilegios, incluso  en el gobierno para tener algo mas y enriquecer sus arcas personales, o aquellos que les gusta en la política controlar todo o los que hacen de la corrupción y el soborno un arte para tener algún bien.
Hay quien se hace rico a fuerza de engaño y avaricia, y esta es la parte de su recompensa: cuando dice: Ya he logrado reposo, ahora voy a comer de mis bienes, no sabe qué tiempo va a venir, morirá y se lo dejará a otros. (Eclesiástico  11, 18-19)
“Dice el Señor en el Evangelio: El que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío (Lc 14,33)
4.    EL CATECISMO CATOLICO Y LA AVARICIA
La avaricia es uno de los pecados capitales, está prohibido por el noveno y décimo mandamiento. (CIC 2514, 2534). Es importante en la vida del cristiano saber de este mal, para no caer en la insensatez.
Recordemos que el Señor  también nos dice: El que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío (Lc 14,33) y en el Catecismo Católico, (2536) se advierte que el décimo mandamiento prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. Prohíbe el  deseo desordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y de su poder. Prohíbe también el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales: Cuando la Ley nos dice: No codiciarás, nos dice, en otros términos, que apartemos nuestros deseos de todo lo que no nos pertenece. Porque la sed codiciosa de los bienes del prójimo es inmensa, infinita y jamás saciada, como está escrito: El ojo del avaro no se satisface con su suerte, la avaricia seca el alma. (Eclesiástico 14, 9).
En el punto 2450, expone: "No robarás" (Dt 5,19). "Ni los ladrones, ni los avaros...ni los rapaces heredarán el Reino de Dios"
5.    EL AVARO, NO CONOCE LA GENEROSIDAD CON LOS DEMAS
Decía Mahatma Gandhi; En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos.
Le decimos avaro a ese que no gasta lo que debe, ni siquiera gasta tiempo en pensar en lo que debe, ni cuánto  debe, pero si siempre está pensado que le faltan muchas cosas. El ojo del avaro no se satisface con su suerte, la avaricia seca el alma. (Eclesiástico 14, 9)
El avaro nunca duerme con los dos ojos cerrados, siempre piensa que mientras duerme le quitaran lo que tiene, está pendiente en sus sueños de su caja de caudales, y cuando despierta lo atrapa el temor de haber perdido su tesoro.
Dice Platón de los avaros; “El hombre que no pone límites a su codicia, siempre se le hará poco, aunque se vea señor del mundo”
Lo triste es que los hombres ricos y avarientos, nos guardan para los años de pocos recursos, tampoco lo hacen para dar a sus parientes y amigos cuando estos no tienen.
El avaro además, si presta es usurero, es así como mucha gente se ha empobrecido más con lo que le presta el avaro que con cualquier otra cosa.
Pero por lo general, el avaro casi nunca presta, porque siempre ve la posibilidad de perder lo que tiene. En cambio el hombre generoso no tiene temor a prestar, porque sabe que si luego no tiene, habrá otro como el del cual recibirá ayuda.
6.    POR MUCHO QUE TENGA, NADA PUEDE
¿Qué puede esperar un hombre avaro de Dios? ¿Qué puede esperar un hombre al que la avaricia le ha estrechado el corazón, de tal manera que le ha cerrado las puertas a la casa del Señor? Al contrario, que bien les ha hecho a los hombres recibir de Dios un corazón generoso, porque le abre al Señor las puertas de su morada.
El hombre mísero consigo mismo, por mucho que tenga, nada puede dar, es así como no tiene para vestir al desnudo, el que ni siquiera compra un pañuelo, tampoco puede dar de comer, si ni siquiera gasta en su propio pan, y si tiene trigo, prefiere  guardarlo o venderlo que hacer harina para su consumo. El avaro no cuida ni visita enfermos, pero lo más triste, es que no conoce la Botica, cuando tiene un mal propio.
El avaro no puede regalar un calzado al descalzo, porque los suyos ya no resisten otro paso, como ni siquiera puede dar de comer a un niño pobre, ya que no gasta para alimentar los suyos.
Sin embargo, lo más triste del avaro, es que vive pobre toda su vida y cuando muere es rico en fortuna, y de nada le sirve.

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Proverbios 28:22: El hombre avaro corre tras la riqueza, y no sabe que la miseria vendrá sobre él....MIENTRAS EL PUEBLO HUMILDE Y NOBLE ESPERA PACIENTE ESTE 6 DE DICIEMBRE PA RECUPERAR NUESTRA ASAMBLEA NACIONAL Y MUCHO MAS... UNID@S SOMOS MAS ¡

Proverbios 28:22
Versos Paralelos
La Biblia de las Américas
El hombre avaro corre tras la riqueza, y no sabe que la miseria vendrá sobre él.
La Nueva Biblia de los Hispanos
El hombre avaro corre tras la riqueza Y no sabe que la miseria vendrá sobre él.
Reina Valera Gómez
El hombre de mal ojo se apresura a ser rico; y no sabe que le ha de venir pobreza.
Reina Valera 1909
Apresúrase á ser rico el hombre de mal ojo; Y no conoce que le ha de venir pobreza.
Biblia Jubileo 2000
Se apresura a ser rico el hombre de mal ojo; y no conoce que le ha de venir pobreza.
Sagradas Escrituras 1569
Se apresura a ser rico el hombre de mal ojo; y no conoce que le ha de venir pobreza.
King James Bible
He that hasteth to be rich hath an evil eye, and considereth not that poverty shall come upon him.
English Revised Version
He that hath an evil eye hasteth after riches, and knoweth not that want shall come upon him.
Tesoro de la Escritura
Proverbios 28:20
El hombre fiel abundará en bendiciones, pero el que se apresura a enriquecerse no quedará sin castigo.
1 Timoteo 6:9
Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición.
an evil
Proverbios 23:6
No comas el pan del egoísta, ni desees sus manjares;
Mateo 20:15
``¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?
Marcos 7:22
avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez.
and
Génesis 13:10-13
Y alzó Lot los ojos y vio todo el valle del Jordán, el cual estaba bien regado por todas partes ( esto fue antes de que el SEÑOR destruyera a Sodoma y Gomorra) como el huerto del SEÑOR, como la tierra de Egipto rumbo a Zoar.…
Génesis 19:17
Y aconteció que cuando los habían llevado fuera, uno le dijo: Huye por tu vida. No mires detrás de ti y no te detengas en ninguna parte del valle; escapa al monte, no sea que perezcas.
Job 20:18-22
Devuelve lo que ha ganado, no lo puede tragar; en cuanto a las riquezas de su comercio, no las puede disfrutar.…
Job 27:16,17
Aunque amontone plata como polvo, y prepare vestidos abundantes como el barro;…

EL HOMBRE MEDIOCRE... REFRESCANDO LOS PRINCIPIOS ETICOS Y FILOSOFICOS DE UN VERDADERO REVOLUCIONARIO MIENTRAS ESPERAMOS ESTE 6 DE DICIEMBRE PA RECUPERAR NUESTRA ASAMBLEA NACIONAL Y MUCHO MAS... UNID@S SOMOS MAS ¡

INTRODUCCIÓN
A través de este trabajo voy a ser un resumen del libro el hombre mediocre, en el cual voy a incluir la biografía de su autor para así conocer el entorno en que se escribió el libro y lograr entenderlo mejor para sacarle el provecho necesario y aprender lo que mas se pueda.
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
Biografía de José Ingenieros.
La moral de lo idealistas.
El hombre mediocre.
La mediocridad intelectual.
Los valores morales.
Los caracteres mediocres.
La envidia.
La vejez niveladora.
La mediocridad.
Los forjadores de ideales.
CONCLUSIONES
Personales.
Sociales.
Bíblicas.
Filosóficas.
BIBLIOGRAFÍA.
GLOSARIO.
CONCLUSIONES
PERSONALES: Al leer el libro El hombre mediocre me di cuenta de que no todas las personas son como uno cree, a veces pensamos que hay muchas personas excelentes pero según el libro son muy pocas las que llegan a esta excelencia, por que?. Por que la mayoría de las personas hacemos las cosas por hacerlas, muchas veces no le ponemos empeño a lo que nos piden y hacemos estrictamente lo necesario y no vamos mas allá de nuestras habilidades para poder llegar a ser verdaderos hombres y mujeres que le sirven de manera total a la sociedad.
SOCIALES: En este libro se habla muy claramente a la sociedad actual, ya que de esta tienden a salir hombres sin saber para que estan en la vida, para que sirven, son personas mediocres que no le sirven a una sociedad que requiere con urgencia sabios, que en esta epoca son muy escasos ya que la mayoría son mediocres y esto es lo que trata de evitar Jose Ingenieros en este libro.
BÍBLICAS: En la biblia encontramos varios ejemplos de animales que no son ´´mediocres´´, entre estos encontramos el ejemplo de la abeja y la hormiga. Al ver la vida de una abeja podemos admirar como es que vive y trabaja, su instinto las lleva a trabajar sin cesar, con perseverancia, diligencia y una productividad asombrante. Ellas tiene una vida muy corta pero esto no les impide para alcanzar a producir varios gramos de miel siendo ella tan pequeña y su vida tan corta. Al lado de la abeja encontramos el zangano, este no se mata trabajando como la abeja, este es el símbolo del hombre mediocre, vive del trabajo ajena, del trabajo de los excelentes, delos sabios, de los que le verdaderamente le sirven a la sociedad. Cuanto mas progreso y felicidad habria en esta sociedad, sino existieran los mediocres y sí muchos sabios. Salomón en Proverbios nos da el segundo ejemplo que es muy claro, “ve a la hormiga , oh perezoso, mira sus caminos, y se sabio” (Prov. 6:6). Dios bendice a quienes son diligentes en el cumplimiento de su deber.
FILOSOFICAS: El autor nos muestra en este libro, la clara imagen del hombre moderno moldeado por el medio, la sociedad en que vive, sin ideales ni individualidad, nos muestra esto para evitar que caigamos en este error para que mundo salga de la indiosincracia en que se encuentra y pueda llegar a ser prospero social, cultural, y económicamente.

BIOGRAFIA JOSE INGENIEROS
Ingenieros, José (1877-1925), filósofo argentino. Nació en Buenos Aires y ejerció una gran influencia en el pensamiento de su tiempo. Tras haber estudiado medicina, fue uno de los introductores de la sicología en su país, participando del positivismo imperante en la época quizá como la última gran figura de ese pensamiento tan enraizado en el siglo XIX. Escribió, entre otras muchas obras, La simulación en la lucha por la vida (1903), su tesis doctoral, adscrita a la intensa corriente darwinista en la Argentina de aquella época, Sicología genética (1911) y El hombre mediocre (1913), su obra más importante de sicología social, en la que describía al hombre moldeado por el medio, sin ideales ni individualidad. En una de sus obras más originales (Proposiciones relativas al porvenir de la filosofía, 1918) Ingenieros desarrolló una versión particular del positivismo que hacía posible la metafísica. Afirmaba que es posible reconocer, en toda forma de experiencia, un "residuo experiencial" que no es incognoscible, aunque no tenga un carácter trascendental. Este residuo, que resulta accesible al conocimiento y la experiencia humana, es el objeto de una nueva metafísica, distinta a la ciencia positiva. Fue miembro del Partido Socialista, fundado por Juan B. Justo, y defendía la idea de que la lucha de clases era una de las manifestaciones de la lucha por la vida. Durante algún tiempo defendió cierto tipo de biologismo social.
LA MORAL DE LOS IDEALISTAS.
Los seres cuya imaginación se llena de ideales y su sentimiento atrae hacia ellos la personalidad entera son los IDEALISTAS. El ideal es un gesto del espíritu hacia alguna perfección. Los filósofos del futuro irán poniendo la experiencia como fundamento de toda hipótesis legitima, no es arriesgado pensar que en la ética venidera florecerá un idealismo moral. Un ideal no es una formula muerta, sino una hipótesis perfectible; la evolución humana es un esfuerzo continuo del hombre para adaptarse a la naturaleza, que evoluciona a su vez. Un ideal es un punto y un momento entre todo lo posible que puebla el espacio y el tiempo, evolucionar es variar. En la evolución humana varia incesantemente el pensamiento. La vida tiende naturalmente a perfeccionarse. A medida que la experiencia humana se amplia, observando la realidad, los ideales son modificados por la imaginación, que es plástica y no reposa jamás. Los ideales son, por ende, reconstrucciones imaginativas de la realidad que deviene. Un ideal colectivo es la coincidencia de muchos individuos en un mismo afán de perfección. Todo ideal es una fe en la posibilidad misma de la perfección. Hay tantos idealismos como ideales; y tantos ideales como hombres aptos para concebir perfecciones y capaces de vivir hacia ellas. La experiencia, solo ella, decide sobre la legitimidad delos ideales, en cada tiempo y lugar. Sin ideales seria inexplicable la evolución humana. Los hubo y los habrá siempre. Seres desiguales no pueden pensar de igual manera. Los espíritus afiebrados por algún ideal son adversarios de la mediocridad: soñadores contra los utilitarios, entusiastas contra los apáticos, generosos contra los calculistas, indisciplinados contra los dogmáticos. Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo bueno y lo malo que observa, y lo mejor que imagina, sin ideales seria inconcebible el progreso. Todo porvenir ha sido una creación de los hombres capaces de presentirlo, concretándolo en infinita sucesión de ideales. Los idealistas aspiran a conjugar en su mente la aspiración y la sabiduría; todo idealismo es, por eso, un afán de cultura intensa: cuenta entre sus enemigos mas audaces a la ignorancia, madrastra de obstinadas rutinas. Los idealistas suelen ser esquivos o rebeldes a los dogmatismos sociales que lo oprimen. Todo idealismo es exagerado, necesita serlo. Y debe ser cálido su idioma, como si desbordara la personalidad sobre lo impersonal. Se distinguen dos tipos de idealistas, según predomine en ellos el corazón o el cerebro. El idealismo sentimental es romántico: la imaginación no es inhibida por la critica y los ideales viven de sentimiento. En el idealismo experimental los ritmos afectivos son encarrilados por la experiencia y la critica coordina la imaginación: los ideales tórnense reflexivos y serenos. Corresponde el uno a la juventud y el otro a la madurez, el primero es adolescente, crece, puja y lucha; el segundo es adulto, se fija, resiste, vence. Los idealistas románticos son exagerados por que son insaciables. El hombre incapaz de alentar nobles pasiones esquiva el amor como si fuera un abismo; ignora que el pone en manifiesto todas las virtudes y es el mas eficaz de los moralistas. Vive y muere sin haber aprendido amar. En todo lo perfectible cabe un romanticismo; su orientación varia con los tiempos y con las inclinaciones. En todo lo perfectible cabe un romanticismo; su orientación varia con los tiempos y con las inclinaciones. Las rebeldías románticas son embotadas por la experiencia. Los romanticismos no resisten a la experiencia critica: si duran hasta pasados los limites de la juventud, su ardor no equivale a su eficiencia. El idealista estoico mantienese hostil a su medio, lo mismo que el romántico. Su actitud es de abierta resistencia a la mediocridad organizada, resignación desdeñosa o renunciamiento altivo sin compromisos.
EL HOMBRE MEDIOCRE.
La desigualdad humana no es un descubrimiento moderno. Hay hombres mentalmente inferiores al termino medio de su raza, de su tiempo y de su clase social; también los hay superiores. Entre unos y otros fluctúan una gran masa imposible de caracterizar por inferioridades o excelencias. Su existencia es, sin embargo, natural y necesaria. En todo lo que ofrece grados hay mediocridad; en la escala de la inteligencia humana ella representa el claroscuro entre el talento y la estulticia. Las personas tienden a confundir el sentido común con el buen sentido. El sentido común es colectivo, eminentemente retrogrado y dogmatista; el buen sentido es individual, siempre innovador y libertario. La personalidad individual comienza en el punto preciso donde cada uno se diferencia de los demás; en muchos hombres ese punto es simplemente imaginario. Por ese motivo al clasificar los caracteres humanos se ha comprendido la necesidad de separar a los que carecen de rasgos característicos: productos adventicios del medio, de las circunstancias de la educación que se les suministra, de las personas que los tutelan, de las cosas que los rodean. Muchos nacen; pocos viven. Los hombres sin personalidad son innumerables y vegetan moldeados por el medio, como cera fundida en el cuño social. Si hubiera de tenerse en cuenta la buena opinión que todos los hombres tienen de si mismos, seria imposible discurrir de los que ese caracterizan por la ausencia de personalidad. Lo habitual no es el genio ni el idiota, no es el talento ni el imbecil. El hombre que nos rodea a millares, el que prospera y se reproduce en el silencio y en la tiniebla, es el mediocre. Con diversas denominaciones y desde puntos de vista heterogéneos, se ha intentado algunas veces definir el hombre sin personalidad. En este sentido, hombre normal no seria sinónimo de hombre equilibrado, sino de hombre domesticado; la pasividad no es un equilibrio, no es complicada resultante de energías, sino su ausencia. El hombre sin personalidad no es un modelo, sino una sombra. ¿cuál es el hombre normal?, “Buen apetito, trabajador, ordenado, egoísta, aferrado a sus costumbres, misoneísta, paciente, respetuoso de toda autoridad, animal domestico”. Ningún hombre es excepcional en todas sus aptitudes; pero no podría afirmarse que son mediocres a carta cabal. No obstante las infinitas diferencias individuales, existen grupos de hombres que pueden englobarse dentro de tipos comunes; si observamos cualquier sociedad humana, el valor de sus componentes resulata siempre relativo al conjunto: el hombre es un valor social. Considerando a cada individuo con relación a su medio, tres elementos concurren a formar su personalidad: la herencia biológica, la imitación social y la variación individual.
El hombre inferior es un animal humano; en su mentalidad enseñoreanse las tendencias instintivas condensadas por la herencia y que constituyen el “alma de la especie”. El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad; es por esencia imitativo y esta perfectamente adaptado para vivir en rebaño, reflejando las rutinas, prejuicios y dogmatismos reconocidamente útiles para la domesticidad. El hombre superior es un accidente provechoso para la evolución humana. Es original e imaginativo, desadaptandose del medio sicila en la medida de su propia variación. Todo lo que existe es necesario. Cada hombre posee un valor de contraste, si no lo tiene de afirmación. El mediocre representa un progreso, comparado con el imbecil, aunque ocupa su rango si lo comparamos con el genio. Todos los hombres de personalidad firme y de mente creadora, son hostiles a la mediocridad. Ante la moral social, los mediocres encuentran una justificación. Si los hábitos resumen la experiencia pasada de pueblos y de hombres, dándoles unidad, los ideales orientan su experiencia venidera y marcan su probable destino. Los idealistas y los rutinarios son factores igualmente indispensables, aunque los unos recelen de los otros. La sicología de los hombres. La sicología de los hombres mediocres caracterizase por un riesgo común la incapacidad de concebir una perfección de, de formarse un ideal. Son rutinarios, honestos y mansos; piensan con la cabeza de los demás, comparten la ajena hipocresía moral y ajustan su carácter a las domesticidades convencionales.
Son incapaces de virtud; no la conciben o les exige demasiado esfuerzo. No vibran a las tensiones mas altas de la energía; son fríos, apáticos, nunca equilibrados. No saben estremecerse de escalofrío bajo una tierna caricia, ni abalanzarse de indignación ante una ofensa.
Aunque aislados no merezcan atención, en conjunto constituyen un régimen, representan un sistema especial de intereses inconmovibles. La vulgaridad es el agua fuerte de la mediocridad. En la ostentación de lo mediocre reside la sicología de lo vulgar; basta insistir en los rasgos suaves de la acuarela para tener el aguafuerte, los vulgares son mediocres de razas primitivas: habrían sido perfectamente adaptados en sociedades salvajes, pero carecen de la domesticación que los confundirían con sus contemporáneos. Repudian las cosas líricas porque obligan a pensamientos muy altos y a gestos demasiados dignos. Su amistad es una complacencia servil o una adulación provechosa. Admiran al utilitarismo egoísta, inmediato, menudo, al contado. El hombre sin ideales hace del arte un oficio, de la ciencia un comercio, de la filosofia un instrumento, de la virtud una empresa, de la caridad una fiesta, del placer un sensualismo. El progreso humano es la resultante de ese contraste perpetuo entre masas inertes y energias propulsoras.
LA MEDIOCRIDAD INTELECTUAL
La rutina no es hija de la experiencia; es su caricatura. En su orbita giran los espíritus mediocres. Evitan salir de ella y cruzar espacios nuevos; repiten que es preferible lo malo conocido que lo bueno por conocer. Su impotencia para asimilar ideas nuevas los constriñe a frecuentar las antiguas. La Rutina, es el habito de renunciar a pensar. Los prejuicios son creencias anteriores a la observación; los juicios, exactos o erróneos, son consecutivos a ella. Es mas contagiosa la mediocridad que el talento. Los rutinarios razonas con la lógica de los demás. Ignoran que el hombre vale por su saber; niegan por la cultura es la mas honda fuente de la virtud. No intentan estudiar; todos los rutinarios son intolerantes; los condena a serlo. Los hombre s rutinarios desconfían de su imaginación. En toda idea nueva presienten un peligro; si les dijeran que su prejuicios son ideas nuevas, llegarían a creerlos peligrosos. En todo lo que no hay prejuicios definitivamente consolidados, los rutinarios carecen de opinión. El hombre rutinario no puede razonar por si mismo, viven de una vida que no es vivir. En esos hombres, inmunes a la pasión
de la verdad, supremo ideal a que sacrifican su vida pensadores y filósofos, no caben impulsos de perfección. En el verdadero hombre mediocre la cabeza es un simple adorno del cuerpo. Son modestos, por principios. Tal modestia es un simple respeto de si mismo y de los demás. Adoran el sentido común, sin saber de seguro en que consiste; lo confunden con el buen sentido, que es su síntesis. El temor de comprometerse les lleva a simpatizar con un precavido escepticismo. La mediocridad intelectual hace al hombre solemne, modesto, indeciso y obtuso. Pasea su vida por las llanuras; evita mirar desde las cumbres que escalan los videntes y asomarse a los precipicios que sondan los elegidos. Vive entre los engranajes de la rutina. Los mediocres, lo mismo que los imbeciles, serian acreedores a esa amable tolerancia mientras se mantuvieran a la capa; detestan a los que no pueden igualar, como si con solo existir los ofendieran. Los mediocres, mas inclinados a la hipocresía que al odio, prefieren la maledicencia sorda a la calumnia violenta. Sin cobardía no hay maledicencia. El que puede gritar cara a cara una injuria, el que denuncia a voces un vicio ajeno, al que acepta los riesgos de sus decires, no es un maldiciente. La ironía es la perfección del ingenio, una convergencia de intención y de sonrisa, aguda en la oportunidad y justa en la medida; es un cronometro, no anda mucho sino con precisión. Eso lo ignora el mediocre. El escritor mediocre es peor por su estilo que por su moral. El mediocre parlante es peor por su moral que por su estilo. Diriase que empañan la reputación ajena para disminuir el contraste con la propia. La vanidad empuja al hombre vulgar a perseguir un empleo expectable en la administración del Estado, indignadamente si es necesario; sabe que su sombra lo necesita. Mirar de frente al éxito, es asomarse al precipicio: se retrocede a tiempo o se cae en el para siempre. Los grandes cerebros ascienden por la senda exclusiva del merito; o por ninguna. El éxito les parece un simple reconocimiento de su derecho, un impuesto de admiración que se les paga en vida. El éxito es benéfico si es merecido; exalta la personalidad, la estimula. La popularidad y la fama suelen dar transitoriamente la ilusión de la gloria. Los hijos del éxito pasajero deberían morir al caer en la orfandad. Para estos triunfadores accidentales, el instante en que se disipa su error debería ser el ultimo de la vida. Compartiendo las ruinas y las debilidades de la mediocridad ambiente, fácil es convertirse en arqueotipos de la masa y ser prohombres entre sus iguales, pero quien así culmina, muere con ellos. La integridad moral y la excelencia de carácter sin virtudes estériles en los ambientes rebajados, mas asequibles a los apetitos del domestico que a las altiveces del digno.
LOS VALORES MORALES
La hipocresía es le arte de amordazar la dignidad; ella hace enmudecer los escrúpulos en los hombres incapaces de resistir la tentación del mal. Es falta de virtud para renunciar a este y de coraje para asumir su responsabilidad. Ninguna fe impulsa a los hipócritas; esquivan la responsabilidad de sus acciones son audaces en la traición y tímidos en la lealtad. En su anhelo simulan las aptitudes y cualidades que consideran ventajosas para acrecentar la sombra que proyecta en su escenario. El hipócrita suele aventajarse de su virtud fingida, mucho mas que el verdadero virtuoso. La hipocresía tiene matices. Si el mediocre moral se aviene a vegetar en la penumbra, no cabe baje el escalpelo del psicólogo. El odio es loable si lo comparamos con la hipocresía. La juventud tiene entre sus preciosos atributos la incapacidad de dramatizar largo tiempo las pasiones malignas; el hombre que ha perdido la aptitud de borrar sus odios esta ya viejo, irreparablemente. Sus heridos son tan imborrables como sus canas. Y como estas, puede teñirse el odio: la hipocresía es la tintura de esas canas morales. El hipócrita esta constreñido a guardar las apariencias, con tanto afán como pone el virtuoso en cuidar sus ideales. Así como la pereza es la clave de la rutina y la avidez es móvil del servilismo, la mentira es el prodigioso instrumento de la hipocresía. El que miente es traidor: sus victimas le escuchan suponiendo que buscan la verdad. En el fondo sospecha que el hombre sincero es fuerte e individualista. Faltándole la osadía de practicar el mal, a que esta inclinado, contentase con sugerir que oculta que oculta sus virtudes por modestia; pero jamás consigue usar con desenvoltura el antifaz. El hipócrita entibia toda amistad con sus dobleces: nadie puede confiar en su ambigüedad recalcitrante. Su indiferencia al mal del prójimo puede arrastrarle a complicidad indignas. Indigno de la confianza ajena, el hipócrita vive desconfiado de todos, hasta caer en el supremo infortunio de la susceptibilidad. Un terror ansioso la acoquina frente a los hombres sinceros, creyendo escuchar en cada palabra un reproche merecido; no hay en ello dignidad, sino remordimiento. En vano pretendería engañarse a si mismo, confundiendo la susceptibilidad con la delicadeza; aquella nace del miedo y esta es hija del orgullo. Las deudas contraídas por vanidad o por vicio obligan a fingir y engañar; el que las acumula renuncia a toda dignidad. Hay otras consecuencias del tartufism. El hombre dúctil a la intriga se priva del cariño ingenuo. Suele tener cómplices, pero no tiene amigos; la hipocresía no ata por el corazón, sino por el interés. Los hipócritas forzosamente utilitarios y oportunistas, están siempre dispuestos a traicionar sus principios en homenaje a un beneficio inmediato; eso les veda la amistad con espíritus superiores. Siendo desleal, el hipócrita es también ingrato. Invierte las formulas del reconocimiento: aspira a la divulgación de los favores que hace, sin ser por ello sensible a los que recibe. Multiplica por mil lo que da y divide por un millón lo que acepta. El pudor de los hipócritas es la peluca de su calvicie moral. La mediocridad moral es impotencia para la virtud cobardía para el vicio. Si hay mentes que parecen maniquíes articulados con rutinas, abundan corazones semejantes a mongolfieras infladas de prejuicios. El hombre honesto puede temer el crimen sin admirar la santidad: es incapaz de iniciativa para entrambos. Las mediocracias de todos los tiempos son enemigas del hombre virtuoso: prefieren al honesto y lo encumbran como ejemplo. Olvida que no hay perfección sin esfuerzo: solo pueden mirar al sol de frente los que osan clavar su pupila sin temer la ceguera. Los corazones menguados no cosechan rosas en su huerto, por temor a las espinas; los virtuosos saben que es necesario exponerse a ellas para recoger las flores mejor perfumadas. La sociedad predica no hagas mal y serás honesto. El talento moral tiene otras exigencias: persigue una perfección y serás virtuoso. La honestidad esta al alcance de todos; la virtud es de pocos elegidos. El hombre honesto aguanta el yugo a que le uncen sus cómplices; el hombre virtuoso se eleva sobre ellos con un golpe de ala. No hay virtud cuando los actos desmienten las palabras, ni cabe nobleza donde la intención se arrastra. Por eso la mediocridad moral es mas nociva en los hombres conspicuos y en las clases privilegiadas. La nobleza que no esta en nuestro afán de perfección es inútil que perdure en ridículos abolengos y pergaminos; noble es el que revela en sus actos un respeto por su rango y no el que alega su alcurnia para justificar actos innobles. Por la virtud, nunca por la honestidad, se miden los valores de la aristocracia moral. Mientras el hipócrita merodea en la penumbra, el invalido moral se refugia en la tiniebla. Comparado con el invalido moral, el hombre honesto parece una alhaja. Los delincuentes son individuos incapaces de adaptar su conducta a la moralidad media de la sociedad en que viven. Son inferiores; tienen el alma de la especie , pero no adquieren el alma social. Divergen de la mediocridad, pero en sentido opuesto a los hombres excelentes, cuyas variaciones originales determinan una desadaptacion evolutiva en el sentido de la perfección. Estos inadaptables son moralmente inferiores al hombre mediocre. Los insectos dañinos en la naturaleza. Sea cual fuere, sin embargo, la orientación de su inferioridad biológica y social , encontramos una pincelada común en todos los hombres que bajo el nivel de la mediocridad: la ineptitud constante para adaptarse a las condiciones que, en cada colectividad humana, limitan la lucha por la vida. Carecen de la aptitud que permite al hombre mediocre imitar los prejuicios y las hipocresías de la sociedad en que vegeta. No es el hombre moralmente mediocre - el honesto - quien determina las transformaciones de la moral. Son los virtuosos y los santos, inconfundibles con el. Precursores, apóstoles, mártires, inventan formas superiores del bien, las enseñan, las predican, las imponen. Toda moral futura es un producto de esfuerzos individuales, obra de caracteres excelentes que conciben y practican perfecciones inaccesibles al hombre común. El progreso ético es lento, pero seguro. La virtud arrastra y enseña; los honestos se resignan a imitar alguna parte de las excelencias que practican los virtuosos. Cada uno de los sentimientos útiles para la vida humana engendra una virtud, una norma de talento moral. El hombre mediocre ignora esas virtudes; se limita a cumplir las leyes por temor a las penas que amenazan a quien las viola, guardando la honra por no arrastrar las consecuencias de perderla.
Enseñemos a perdonar; pero enseñemos con el ejemplo, no ofendiendo. Admitamos que la primera vez se ofende por ignorancia; pero creamos que la segunda suele ser por villanía. Mientras los hipócritas recetan la austeridad, reservando la indulgencia para si mismos, los pequeños virtuosos prefieren la practica del bien y su predica; evitan los sermones y enaltecen su propia conducta. Su corazón es sensible a las pulsaciones de los demás, abriéndose a toda hora para adulcir las penas de un desventurado y previniendo sus necesidades para ahorrarles la humillación de pedir ayuda; hacen siempre todo lo que pueden, poniendo en ello tal afán que trasluce el deseo el deseo de haber hecho mas y mejor. Esas pequeñas virtudes son usuales, de aplicación frecuente, cotidiana; sirven para distinguir al bueno del mediocre y difieren tanto de la honestidad como el buen difieren del sentido común. La moralidad es tan importante como la inteligencia en la composición global del carácter. Ambas formas de talento, aunque distintas y cada una multiforme, son igualmente necesarias y merecen el mismo homenaje. Si un hombre encarrila en absoluto su vida hacia un ideal, eludiendo o constatando todas las contingencias materiales que contra el conspiran, ese hombre se eleva sobre el nivel mismo de las mas altas virtudes. Entra en la santidad. La santidad existe: los genios morales son los santos de la humanidad. Algunos legislan y fundan religiones como Moisés, Buda y Confucio, en civilizaciones primitivas, cuando los Estados son teocracias; otros predican y viven su moral, como Sócrates, Zenón o Cristo, confiando la suerte de sus nuevos valores a la eficacia del ejemplo; sea cual fuere el juicio que a la posteridad merezcan sus enseñanza, todos ellos son inventores, fuerzas originales en la evolución del bien y del mal, en la metamorfosis de las virtudes. Son siempre hombres de excepción, genios, los que la enseñan. La santidad esta en la sabiduría. Los ideales éticos no son exclusivos del sentimiento religioso; no lo es la virtud; ni la santidad. Sobre cada sentimiento pueden ellos florecer. Cada época tiene sus ideales y sus santos: héroes, apóstoles o sabios. Si es difícil mirar un instante la cara de la muerte que amenaza paralizar nuestro brazo, lo es mas resentir toda una vida los principios y rutinas que amenazan asfixiar nuestra inteligencia. Orientadas por la exigua constelación de visionarios, las generaciones remontan desde la rutina hacia Verdades cada vez menos inexactas y desde el prejuicio hacia las Virtudes cada vez menos imperfectas. Todos los caminos de la santidad conducen hacia el punto infinito que marca su imaginaria convergencia.
LOS CARACTERES MEDIOCRES
Viven de los demás y para los demás: sombras de una grey, carecen de luz, de arrojo, de fuego, de emoción. Los caracteres excelentes ascienden a la propia dignidad nadando contra la corriente. Nunca se obstinan en el error, ni traicionan jamás la verdad. Su fisonomía es la propia y no puede ser nadie mas; son inconfundibles. Por ellos la humanidad vive y progresa. Las creencias son el soporte del carácter; el hombre que las posee firmes y elevadas, lo tienen excelente. Las sombras no creen. Las creencias son los móviles de toda actividad humana. No necesitan verdades: creemos con anterioridad a todo racionamiento y cada nueva noción es adquirida a través de creencias ya preformadas. El ingenio y la cultura corrigen las fáciles ilusiones primitivas y las rutinas impuestas por la sociedad al individuo: la amplitud de saber permite a los hombres formarse ideas propias. Sin unidad no se concibe un carácter. La unidad de las creencias permite a los hombres obrar de acuerdo con el propio pasado. Creencias firmes, conducta firme. Ese es el criterio para apreciar el carácter las obras. Mientras los hombres resisten las tentaciones, las sombras resbalan por la pendiente; los caracteres excelentes son indomesticables: tiene su norte puesto en su ideal. Su “firmeza” los sostiene; su “luz” los guía. Las sombras en cambio, degeneran. En ciertos sujetos, sin carácter desde el cáliz materno hasta la tumba, la conducta no puede seguir normas constantes.
El trabajo, creando el habito del esfuerzo, seria la mejor escuela del carácter; esos degenerados son indomesticables. En los mundos minados por la hipocresía todo conspira contra las virtudes civiles: los hombres se corrompen los unos a los otros, los mediocres no saben evitarla; los hombres sin ideales son incapaces de resistir las acechanzas de hartazgos materiales sembrados en su camino.
El hombre es. La sombra parece. El hombre pone su honor en el merito propio y es juez supremo de si mismo; hay una moral del honor y otra de su caricatura: ser o parecer.
Del amor propio nacen las dos: hermanas por su origen. Como Caín y Abel. Y mas enemigos que ellos, irreconciliables. Son formas de amor propio. Siguen caminos diferentes. La una florece sobre el orgullo, celo escrupuloso puesto en el respeto de si mismo; la otra nace de la soberbia, apetito de culminación ante los demás. En los dignos el propio juicio se antepone a la aprobación ajena; en los mediocres se postergan los meritos y se cultiva a la sombra. Los primeros viven para si; los segundos vegetan para otros.
LA ENVIDIA
La envidia es una adoración de los hombres por las sombras, del merito por la mediocridad. Es el rubor de la mejilla sonoramente abofeteada por la gloria ajena. Es el grillete que arrastra los fracasos. El que envidia se rebaja sin saberlo, se confiesa subalterno; esta pasión es el estigma psicológico de una humillante inferioridad, sentida, reconocida. Sorprende que los sicólogos la olviden en sus estudios sobre las pasiones, limitándose a mencionarla como un caso particular de los celos. Es pasión traidora y propicia a las hipocresías. Se puede odiar a las cosas y a los animales; solo se puede envidiar a los hombres. El odio que injuria y ofende es temible; la envidia que calla y conspiran es repugnante. El odio puede hervir en los grandes corazones; puede ser justo y santo; lo es muchas veces, cuando quieren borrar la tiranía, la infamia, la indignidad. La envidia es de corazones pequeños; el hombre que se siente superior no puede envidiar, ni envidia nunca el loco feliz que vive con delirio de grandeza. Se envidia lo que otros ya tienen y se desearía tener, sintiendo que el propio es un deseo sin esperanza: se cela lo que ya se posee y se teme perder; se emula en pos de algo que otros también anhelan, teniendo la posibilidad de alcanzarlo.
La emulación es siempre noble: el odio mismo puede serlo algunas veces. La envidia es una cobardía propia de los débiles, un odio impotente, una incapacidad manifiesta de competir o de odiar. La emulación presume un afán de equivalencia, implica la posibilidad de un nivelamiento; siendo la envidia un culto involuntario del merito, los envidiosos son, a pesar suyo, sus naturales sacerdotes. El envidioso cree marchar al calvario cuando observa que otros escalan la cumbre. Lo que es para otros causas de felicidad, puede ser objeto de envidia. Envidiar es una forma aberrante de rendir homenaje a la superioridad. La que ha nacido -y la belleza para ser completada requiere, entre otros dones, la gracia, la pasión y la inteligencia- tiene asegurado el culto de la envidia.
El talento es el tesoro mas envidiado entre los hombres. Todo el que siente capaz de crearse un destino con su talento y con su esfuerzo esta inclinado a admirar el esfuerzo esta inclinado a admirar el esfuerzo y el talento en los demás; pero aceptar no es amar. Resignarse no es admirar. Todo escritor mediocre es candidato a criticastro. La incapacidad de crear le empuja a destruir. Las mujeres feas demostraran que la belleza es repulsiva y las viejas sostendrán que la juventud es insensata; vengaran su desgracia en el amor diciendo que la castida es suprema entre todas las virtudes, cuando ya en vano se harían viltroteras para ofrecer la propia a los transeúntes. El que no admira lo mejor, no puede mejorar. El castigo de los envidiosos estaría en cubrirlos de favores, para hacerles sentir que su envidia es recibida como un homenaje y no como un estiletazo. El envidioso es la única victima de su propio veneno. Los únicos gananciosos son los envidiados; es grato sentirse adorar de rodillas. La mayor satisfacción del hombre excelente esta en evocar la envidia, no ser envidiado es una garantía inequívoca de mediocridad.
LA VEJEZ NIVELADORA
La vejez mediocriza a todo hombre superior; mas tarde, la decrepitud inferioriza al viejo ya mediocre. Quien se pone a mirar si lo que tiene le bastara para que todo su porvenir posible, ya no es joven; cuando opina que es preferible tener de mas a tener de menos, esta viejo; cuando su afán de poseer excede su posibilidad de vivir, ya esta moralmente decrepito. La avaricia es una exaltación de los sentimientos egoístas propios de la vejez.
La personalidad individual se constituye por sobre posiciones sucesivas de la experiencia. Inferior, mediocre o superior, todo hombre adulto atraviesa un periodo estacionario durante el cual se perfeccionan las aptitudes. La longevidad mortal es un accidente; no es la regla. La vejez inequívoca es la pone mas arrugas en el espíritu que en la frente. La juventud no es simple cuestión de estado civil y puede sobrevivir a alguna cana: es un don de vida intensa, expresiva y optimista. La vejez comienza por hacer de todo individuo un hombre mediocre.
Los que solo habían logrado adquirir un reflejo de la mentalidad social., poco tienen que perder en esta inevitable bancarrota: es el empobrecimiento de un pobre.
El viejo tiende a la inercia, busca el menor esfuerzo; así como la pereza de una vejez anticipada. La vejez es una pereza que llega fatalmente en cierta hora de la vida. A medida que envejece, tornase el hombre infantil, tanto por su ineptitud creadora como por su achicamiento moral. La sicología de la vejez denuncia ideas obsesivas absorbentes . todo viejo cree que los jóvenes le desprecian y desean su muerte para suplantarle. A los veinte años cada individuo ha anunciándolo que de el puede esperarse ningún alma oscura hasta esa edad se ha vuelto luminosa después. Casi todas las grandes acciones de la historia han sido realizadas antes de los treinta años.
Los viejos olvidan que fueron jóvenes y estos parecen ignorar que seran viejos.
El diablo no sabe mas por viejo que por diablo. Si se arrepiente no es por santidad; sino por impotencia.
LA MEDIOCRACIA
En raros momentos la pasión caldea la historia y los idealismos se exaltan: cuando las naciones se constituyen y cuando se renuevan. Platón, sin quererlo, al decir de la democracia:” es el peor de los buenos gobiernos, pero es el mejor entre los malos” definió la mediocracia. Políticos sin vergüenza hubo en todos los tiempos y bajo todos los regímenes; pero encuentran mejor clima en las burguesías sin ideales. Siempre hay mediocres. Son perennes. Lo que varia es su prestigio y su influencia. En las épocas de exaltación renovadora muéstrense humildes, son tolerados; nadie los nota , no osan inmiscuirse en nada. Cuando se entibian los ideales y se reemplaza lo cualitativo por lo cuantitativo, se empieza a contar con ellos. Los gobernantes no crean tal estado de cosas y de espíritus: lo representan. Florecen legisladores, pululan archivistas, cuentéense los funcionarios por legiones: las leyes se multiplican, sin reforzar por ello su eficacia. En vez de héroes, genios o santos, se reclama discretos administradores. Pero el estadista, el filosofo, el poeta, los que realizan, predican y cantan alguna parte de un ideal están ausentes. Nada tiene que hacer. Cuando falta esa comunidad de esperanzas, no hay patria, no puede haberla: hay que tener ensueños comunes, anhelar juntos grandes cosas y sentirse decididos a realizarlas, con la seguridad de que al marchar todos en pos de un ideal, ninguno se quedara en mitad de camino contando sus talegas. No hay manera mas baja de amar a la patria que odiando a las patrias de los otros hombres, como si todas no fueran igualmente dignas de engendrar en sus hijos iguales sentimientos. La exigua capacidad de ideales impide a los espíritus bastos ver en el patrimonio un alto ideal; los trafugas de la moral, ajenos a la sociedad en que viven, no pueden concebirlo; los esclavos y los siervos tiene, apenas, un país natal. Solo el hombre digno y libre puede tener una patria. Cuando las miserias morales asolan a un país, culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella sin trabajar para ella. Nadie piensa donde todos lucran; nadie sueña donde todos tragan. Es de ilusos creer que el merito abre las puertas de los parlamentos envilecidos. Los partidos -o el gobierno en su nombre- operan una selección entre sus miembros, a expensas del merito o a favor de la intriga. Un soberano cuantitativo y sin ideales prefiere candidatos que tengan su misma complexión moral: por simpatía y por conveniencia. Los complices, grandes o pequeños, aspiran a convertirse en funcionarios. Ese afán de vivir a expensas del estado rebaja la dignidad. El merito queda excluido en absoluto; basta la influencia. Con ella se asciende por caminos equívocos. Halagar a los ignorantes y merecer su aplauso, hablándoles sin cesar de sus derechos, jamás de sus deberes, es el postrer renunciamiento la propia dignidad. Tener un ideales crimen que no perdonan las mediocracias. Quien vive para un ideal no puede servir para ninguna mediocracia. La aristocracia del merito es el régimen ideal, frente a las dos mediocrecias que ensombrecen la historia. Tiene la formula absoluta: “la justicia en la desigualdad”.
LOS FORJADORES DE IDEALES
Todo lo que vive es incesantemente desigual. Nacen muchos ingenios excelentes en cada siglo, encuentran el momento adecuado para llegar a ser lo que son. Ese es el secreto de su gloria: coincidir con la oportunidad que necesita de el.
La obra de genio no es fruto exclusivo de la inspiración individual, otorgar ese titulo a cuantos descuellan por determinada aptitud significa mirar como idénticos a todos los que se elevan sobre la medianía. Ninguna clasificación es justa por que la genialidad no se clasifica. Un libro es mas que una intención: es un gesto. La adaptación es mediocrizadora.
El genio se abstrae; el alienado se distrae. Por eso, con frecuencia, toda superioridad es un destierro. Son inquietos: la gloria y el reposo nunca fueron compatibles.
Solo esta vencido el que confiesa estarlo. El genio por su definición, no fracasa nunca. Por eso los hombres excepcionales merecen la admiración que se les profesa. Si su aptitud es un don de la naturaleza, desarrollarla implica un esfuerzo ejemplar.
Los mas bellos dones requieren ser cultivados como las tierras mas fértiles necesitan ararse.
La memoria no hace al genio, aunque no le estorba; pero ella, y el razonamiento a sus datos, no crean nada superior a lo real que percibimos.
Mientras existan corazones que alienten un afán de perfección, serán conmovidos por todo lo que revela la fe en un ideal: por el canto de los poetas, por el gesto de los héroes, por la virtud de los santos, por la doctrina de los sabios, por la filosofía de los pensadores.
BIBLIOGRAFÍA
  • EL HOMBRE MEDIOCRE, José Ingenieros, ediciones universales, Bogota.
  • Encarta 98.
GLOSARIO
Hipótesis: suposición
Ostentación : mostrar o hacer patente una cosa.
Escepticismo: incredulidad o duda acerca de una cosa.
Alhaja : joya.
Legislar: dar y establecer leyes.

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