Armando Reverón
Nace en Caracas el 10 de mayo de 1889
Muere en Caracas el 18 septiembre de 1954
Armando Reverón
Ilustración realizada por Francisco Maduro
Artista y pintor, la obra de Armando Reverón,
realizada en gran parte en el Litoral Central de Venezuela, capta y
transmite toda la luminosidad del trópico. Asimismo, Reverón fue miembro
sobresaliente de la Academia de Bellas Artes, junto a figuras de la
talla de Manuel Cabré, Antonio Edmundo Monsanto y César Prieto. En
cuanto a su infancia, se sabe por testimonios de la época, que a los
pocos años de haber nacido en Caracas fue dado en crianza por su madre a
un matrimonio de Valencia, los Rodríguez Zocca, quienes se ocuparon de
su primera educación. Su tío-abuelo materno, Ricardo Montilla, quien
había estudiado pintura en Nueva York, fue la persona que contribuyó de
manera definitiva a despertar su vocación artística. En 1904, vive con
su madre en Caracas y en 1908, se inscribe en la Academia de Bellas
Artes, donde tiene como profesores a Antonio Herrera Toro, Emilio Mauri y
Pedro Zerpa.
Su rendimiento le valió la recomendación de sus
profesores para obtener, al finalizar el curso de 1911, una pensión de
estudios en Europa. Este mismo año, viaja a España y se dirige a
Barcelona, donde ingresa a la Escuela de Artes y Oficios. En 1912, hace
un breve retorno a Caracas; de nuevo en España, entra a la Academia de
San Fernando en Madrid. De acuerdo con algunos estudiosos de su vida y
obra, la capital española dejó una profunda huella en su espíritu;
siendo cautivado además por el universo de Francisco Goya. Más tarde,
recordará su paso por el taller de Moreno Carbonero, pintor un tanto
extravagante, maestro de Salvador Dalí. Regresa a Venezuela a mediados
de 1915. Ya en Caracas, retoma su trabajo mientras asiste a las sesiones
del exclusivo Círculo de Bellas Artes. Aunque estaba ausente de Caracas
para el momento de la creación del Círculo, los fundadores de éste le
consideraban como uno de los suyos. En 1916, Reverón pinta al aire libre
sus primeros paisajes resueltos dentro de una tonalidad azul. Poco
después se traslada a La Guaira donde vive de dar clases privadas de
dibujo y pintura. Allí conoce en el carnaval de 1918 Juanita Mota, quien
sería su modelo e inseparable compañera. También en La Guaira, se
encuentra al pintor de origen ruso Nicolás Ferdinandov, a quien había
conocido en Caracas el año anterior. Durante este tiempo Reverón visita
con frecuencia el rancho de pescadores que el pintor ruso ocupaba en
Punta de Mulatos. Siguiendo los consejos de Ferdinandov, Reverón decide
instalarse en el litoral, iniciando con esto una nueva etapa en su vida y
en su obra. Para 1921, vive en un rancho de la playa, en el sector de
Las Quince Letras.
Los Baños de Macuto
Poco tiempo después se muda y comienza a construir, un
poco al sur, el castillete que le serviría de morada para el resto de su
vida. Esta decisión coincidió también con un cambio de conducta y por
supuesto, una transformación de sus conceptos artísticos. En este
período, al adoptar hábitos primitivos y desvinculado de la ciudad,
Reverón pudo desarrollar una percepción más profunda de la naturaleza y
esto lo llevó a emplear un método de pintar, así como a adoptar
procedimientos y materiales que se adecuaban a su afán de representar la
atmósfera del paisaje bajo efectos del deslumbramiento producido por la
luz directa del sol. Además, creó valores cromáticos e ideó nuevos
soportes, utilizando elementos autóctonos. Entró así a lo que el crítico
Alfredo Boulton llamó su “Época Blanca”, ubicada aproximadamente entre
1924 y 1932. En 1933, se le hizo un primer reconocimiento, al realizarse
una exposición de su obra en el Ateneo de Caracas, que luego fue
presentada en la galería Katia Granoff de París. A comienzos de 1940,
inició su “período sepia”, al que correspondería un conjunto de lienzos
pintados en el litoral y en puerto de La Guaira y en donde los tonos
marrones del soporte de coleto constituyen el valor cromático dominante
de la composición; paisajes de mar y tierra donde destacan las marinas
del playón, a los que siguió un período depresivo tras sufrir el artista
una crisis psicótica que obligó a su reclusión en el sanatorio San
Jorge, de José María Finol. Recuperado, no volvió a pintar como antes. A
partir de este momento, se refugió en un universo mágico que, en torno a
objetos y muñecas creados por él, dio origen a la última y delirante
etapa expresionista de su obra; etapa figurativa caracterizada por el
empleo de materiales tales como tizas, creyones y por una fantasía
teatral que se tornaba más y más incontrolable pero que, a través de un
dibujo que aspiraba a la corrección académica, buscaba restituir el
equilibrio emocional de Reverón.
La última de sus crisis tiene lugar en 1953, siendo
internado nuevamente en la clínica de Báez Finol, el mismo año en que le
era conferido el Premio Nacional de Pintura. Confortado por este tardío
estímulo, trabajaba con ahínco para una exposición que había anunciado
el Museo de Bellas Artes, cuando le sobrevino la muerte mientras se
encontraba en el sanatorio San Jorge.
Autorretrato
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