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sábado, 18 de julio de 2015

BIEN HECHO EN VENEZUELA .. Universo medicinal de indígenas venezolanos trasciende la oralidad en la pluma de Gerónimo Pompa


caracas, 26 Jun.- "Yo he querido manifestar con este hecho la conveniencia de que despierte entre nosotros el espíritu de nacionalidad", escribió Gerónimo Pompa hace más de 140 años, cuando plasmó sobre papel un recetario medicinal de propiedades naturales recogido de la voz de ancianos, jóvenes curanderos y labradores de pueblos ancestrales de Venezuela bajo el título de Medicamentos indígenas. En la actualidad, el llamado de Pompa se mantiene vigente en el esfuerzo nacional por reivindicar el universo simbólico de las culturas originarias del país.
El libro se publicó por vez primera en 1868, y hasta la fecha ha sumado más de 50 reediciones, siendo responsable de la última la Fundación Editorial El perro y la rana, institución que con un diseño novedoso y de fácil lectura consiguió posicionar a la publicación como la más vendida durante la Feria Internacional del Libro Venezolano, celebrada en Caracas del 9 al 18 de marzo de este año.
Medicamentos indígenas se presenta al lector como una guía medicinal, organizada alfabéticamente, de semillas, flores, plantas, animales y raíces con propiedades curativas capaces de aliviar o sanar en definitiva aflicciones físicas del hombre. El diccionario agrupa más de 450 especies, con sus características externas y una descripción detallada de cualidades medicinales.
Por escribirse en el siglo XIX, el texto también se convierte en tratado lingüístico sobre palabras autóctonas del imaginario médico de los pueblos ancestrales de aquel entonces; códigos orales que continúan anunciándose en los labios de abuelos, abuelas y "ancianos experimentados", como los califica el autor en el prólogo del libro.
"Ponzoña" o veneno, "majar" o triturar, "reumatismos" o lumbagos, "calenturas" o fiebres, "viruelas" o las irritantes costras sobre la piel, "constipados" o la recurrente fiebre son algunas de las coloridas palabras que, seguramente, harán necesario el uso del diccionario por parte del lector.
De la A, el autor nombra a los aromáticos aceites de coco, aguacate, ajonjolí u oliva empleados por los indígenas para contrarrestar la acción venenosa de picadas de alacranes, avispas y otros animales ponzoñosos. "Para las afecciones nerviosas se ponen tres cucharadas de aceite de almendras, una de aceite de sasafrás (planta medicinal) y otra de trementina , y se unta con unas plumas, cubriendo la parte afectada con una franela o con un papel de seda", receta Pompa en las líneas de su libro.
En la misma letra, el autor se detiene para enumerar las facultades del agua natural que trascienden la buena digestión y alivio del estreñimiento para fortalecer los nervios del cuerpo, cuando se aplica con compresas frías, y desinflamar las alergias en la piel al colocarse caliente sobre el área afectada.
El recorrido por la C comienza destacando las propiedades curativas del colmillo del temido caimán. Según los testimonios recogidos por Pompa, el colmillo pulverizado del animal sirve para sanar mordeduras de perros rabiosos si se bebe en medio vaso con agua, vino o caldo de verduras, tres veces al día por un mes.
Pompa describe a la planta Cenicera o Cenicienta como pequeña y con olor a cenizas en su reverso, cuyo uso por los pueblos ancestrales se dirige hacia el alivio de cólicos o "disenterías" y también como astringente natural para el tratamiento de la piel o para aliviar las cataratas en los ojos.
Llama la atención el uso, más allá del alimenticio, que los indígenas daban al huevo de gallina. "Las claras batidas en agua natural endulzada refresca los pulmones y calma la tos", apunta Pompa al llegar a la H. Entretanto, agrega que para sanar úlceras o quemaduras es necesario cocinar, a medias, un huevo hasta que brote de éste aceite de su yema; ese líquido debe untarse encima de la herida para evitar infecciones o manchas posteriores.
El autor recomienda el rico fruto del níspero para la mordedura de animales venenosos o para eliminar inflamaciones del hígado. En el primer caso, las semillas de la fruta se trituran, se mezclan con vino y se consumen; en el segundo, se unta la pulpa con aceite de coco cerca del área inflamada.
De las zanahorias son conocidas sus propiedades antioxidantes y para mejorar la vista, sin embargo, para los indígenas el tallo de la hortaliza puede colocarse sobre las mamas de las mujeres, para detener el flujo de la leche, después del parto.
Letra por letra, Pompa desmenuza el universo medicinal de los pueblos ancestrales venezolanos para rescatarlos de la oralidad y otorgarles el carácter inmortal de la tinta impresa sobre papel.
Para cerrar la edición, el autor presenta un índice didáctico, clasificado por enfermedades entre las que destacan hemorroides, impotencia, insomnio, nervios, mordeduras de animales, vejiga, úlceras, "solitarias", lómbrices, vómitos y costras.
Medicamentos indígenas se consigue en todas las Librerías del Sur del país.
Gerónimo Pompa fue un médico naturista, militar y dramaturgo venezolano, reconocido por obras como El amor casado o extravío de los esposos en el matrimonio, El labertino arrepentido, Las flores paralelas y Venezuela libre. Con Medicamentos indígenas el autor consiguió su reconocimiento mundial por sus aportes a la medicina naturista.

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