El nuevo disco de Bowie, «Blackstar», plagado de pistas sobre su muerte
«Lazarus» está narrada desde el más allá, y «Blackstar» comienza con una ejecución. A partir de ahí se vuelve más inquietante
David Bowie’s death in New York on Sunday January 10, 2016 has now been confirmed: the singer best known for hit songs like Let's Dance or Fame died at 69.
Hot news
- Music News January 12, 2016
- Investigation January 2016
David
Bowie died in New York on January 10, 2016 at the age of 69. As a
number of online tributes attest, he was one of the most acclaimed
singers of his generation.
Fans of David Bowie (Let's Dance, Fame, ...) along with the rest of the music world have been remembering the iconic man he was.
Bowie, a cultural icon
Born
David Robert Jones in London on January 8, 1947, his career spanned an
arc over many different eras and tastes in British history. Bowie was
not just a great singer, he was an icon, an all-around inspiration to
everyone. In 1975 he touched the hearts of millions with ‘Fame’. His legacy will continue to grow as new generations of fans are discovering his unique musical heritage.
Although David Bowie is no longer physically here, his presence is more powerful than ever. He left a void that has yet to be filled.
In memory of the Late Great David Bowie.
«Lazarus» está narrada desde el más allá, y «Blackstar» comienza con una ejecución. A partir de ahí se vuelve más inquietante
El nuevo disco de Bowie, «Blackstar», plagado de pistas sobre su muerte
El último disco de David Bowie tiene solo siete canciones pero resulta muy oscuro, como avanzábamos al publicar la crítica en ABC. «Blackstar», sin que nadie salvo su entorno más próximo pudiera percatarse del verdadero significado, está plagado de referencias a la muerte y tiene un tono agónico. Para empezar, en el vídeo «Lazarus» que acompaña al single, comprobamos cómo Bowie narra una historia desde el más allá, y en un tono agónico. Pero «Blackstar» comienza, de hecho, con una ejecución y justo después se pone más lúgubre. Hasta el final. Aunque nadie podía saber que el final iba a resultar tan inminente.
El narrador de «Lazarus» es un fantasma que deja caer su móvil desde el cielo a la tierra: «Mirad hacia arriba, estoy en el cielo/ tengo cicatrices a la vista/ tengo drama, puede robarse/ todo el mundo me conoce ahora», comienza este tema. «Estoy en peligro/ no tengo nada que perder/ estoy tan alto que mi cerebro da vueltas/ dejé caer mi móvil/ ¿no es como yo?». El tema acaba diciendo que «de este modo o de ninguno/ sabes que seré libre/ como ese azulejo (pájaro)/ Ahora, ¿no es igual que yo?»
Vamos al principio. Según la crítica de «Blackstar» que ha publicado la prestigiosa revista Billboard, debemos estar atentos a que la escena que presenta el tema que da título al disco nos introduce en una escena en la que «el día de la ejecución/ solo las mujeres se arrodillan y sonríen». La siguiente, «Tis a Pity She's a Whore» está plagada de imágenes de sadomasoquismo y castración.
Ahí no acaban las pistas oscuras. Hay una balada de un asesinato, «Sue (Or in a Season of Crime)» y hasta una canción amenazante escrita en Nadsat, el argot de los violentísimos jóvenes que Anthony Burguess creó para «La naranja mecánica».
El cierre del disco «Blackstar» no es distinto. La agitada canción «I Can't Give Everything Away» podría ser un tema del que uno esperaría consuelo, salvo si se escucha con atención: «Sé que algo va realmente mal/ el pulso devuelve a los hijos pródigos/ Los corazones oscuros, las noticias floridas/ con diseños de calaveras sobre mis zapatos». Para el crítico de Billboard, la muerte está esperando de puntillas detrás del cantante para asestar su golpe.
Para él, sin embargo no se puede hacer una lectura superficial de estos datos, puesto que el dolor y la violencia siempre han formado parte de la música. Inculso se especulaba hasta hace poco con la posibilidad de que la estrella negra del disco hiciera referencia a Estado Islámico.
El narrador de «Lazarus» es un fantasma que deja caer su móvil desde el cielo a la tierra: «Mirad hacia arriba, estoy en el cielo/ tengo cicatrices a la vista/ tengo drama, puede robarse/ todo el mundo me conoce ahora», comienza este tema. «Estoy en peligro/ no tengo nada que perder/ estoy tan alto que mi cerebro da vueltas/ dejé caer mi móvil/ ¿no es como yo?». El tema acaba diciendo que «de este modo o de ninguno/ sabes que seré libre/ como ese azulejo (pájaro)/ Ahora, ¿no es igual que yo?»
Vamos al principio. Según la crítica de «Blackstar» que ha publicado la prestigiosa revista Billboard, debemos estar atentos a que la escena que presenta el tema que da título al disco nos introduce en una escena en la que «el día de la ejecución/ solo las mujeres se arrodillan y sonríen». La siguiente, «Tis a Pity She's a Whore» está plagada de imágenes de sadomasoquismo y castración.
Ahí no acaban las pistas oscuras. Hay una balada de un asesinato, «Sue (Or in a Season of Crime)» y hasta una canción amenazante escrita en Nadsat, el argot de los violentísimos jóvenes que Anthony Burguess creó para «La naranja mecánica».
El cierre del disco «Blackstar» no es distinto. La agitada canción «I Can't Give Everything Away» podría ser un tema del que uno esperaría consuelo, salvo si se escucha con atención: «Sé que algo va realmente mal/ el pulso devuelve a los hijos pródigos/ Los corazones oscuros, las noticias floridas/ con diseños de calaveras sobre mis zapatos». Para el crítico de Billboard, la muerte está esperando de puntillas detrás del cantante para asestar su golpe.
Para él, sin embargo no se puede hacer una lectura superficial de estos datos, puesto que el dolor y la violencia siempre han formado parte de la música. Inculso se especulaba hasta hace poco con la posibilidad de que la estrella negra del disco hiciera referencia a Estado Islámico.
David Bowie, los mil ecos del genial camaleón
El músico británico ha fallecido este lunes
tras luchar durante 18 meses contra el cáncer que padecía
Mucho más allá del tópico simplista, la heterogeneidad y eclecticismo de David Bowie,
nacido David Robert Jones en Londres hace justamente 69 años, forman
parte de las señas de identidad de un artista de complicada
clasificación. Hoy, el mundo de la música llora su pérdida. Su lucha
durante 18 meses contra el cáncer que padecía no ha sido suficiente, tal
y como han informado desde su cuenta oficial de Twitter: «David Bowie
falleció hoy pacíficamente rodeado por su familia tras una valiente
batalla de 18 meses contra el cáncer». Su figura ya es leyenda.
Las nuevas sonoridades incluidas en su nueva, y a la postre, última entrega, «Blackstar», en la que trabajó con músicos de jazz de vanguardia y con la influencia del artista de hip hop Kendrick Lamar, le sitúan de nuevo como uno de los personajes del pop más influyentes de la escena actual. Es su más reciente metamorfosis. Hubo otras antes, y con sus intuiciones, sus caprichos, sus aventurados giros de timón, se fue convirtiendo en faro de luz poderosa que alumbró a muchos de los que vinieron después, constituyendo una de las más valiosas referencias de la música popular desde finales de los años sesenta.
«The Man Who Sold the World» (1970) y, sobre todo, el excelente «Hunky Dory» (1971) avanzan firmes por la misma senda, que culmina con «The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars» (1972) y «Aladdin Sane» (1973). Inspirado por el cantante de rock & roll Vince Taylor, el diseñador japonés Kansai Yamamoto y el pionero del psychobilly Stardust Cowboy, Bowie se convierte en Ziggy Stardust, una criatura del espacio que llega a la Tierra con un mensaje de esperanza. A estos discos perteneces algunas de las mejores canciones de su carrera («Changes», «Starman», «Sufragette City», «The Jean Genie», «Ziggy Stardust», «All the Young Dudes»…).
Bowie se convierte en uno de los músicos más personales e influyentes del momento.
Ya bien alejado de la estética rutilante, artificiosa y ambigua del glam, en 1977, es decir, en pleno estallido del punk, se edita «Low», primera entrega de su famosa «trilogía de Berlín», ciudad en la que se había decidido instalarse. Fascinado por los contrastes de una ciudad enigmática y gris, marcada por los efectos de la Guerra Fría, seducido por el expresionismo alemán y el por el krautrock, Bowie arranca su etapa más experimental. Tanto «Low» como los posteriores «Heroes» y «Lodger» están llenos de largos e inquietantes pasajes instrumentales y ambientes oscuros y evocadores. No son precisamente sus discos más accesibles y comerciales, pero sí, nuevamente, revelan el talento de un músico muy especial y diferente.
Repasamos en esta lista de Spotify 20 canciones inovidables de David Bowie.
Las nuevas sonoridades incluidas en su nueva, y a la postre, última entrega, «Blackstar», en la que trabajó con músicos de jazz de vanguardia y con la influencia del artista de hip hop Kendrick Lamar, le sitúan de nuevo como uno de los personajes del pop más influyentes de la escena actual. Es su más reciente metamorfosis. Hubo otras antes, y con sus intuiciones, sus caprichos, sus aventurados giros de timón, se fue convirtiendo en faro de luz poderosa que alumbró a muchos de los que vinieron después, constituyendo una de las más valiosas referencias de la música popular desde finales de los años sesenta.
Swinging London
No era en su primera juventud el más sobresaliente de los autores de la época. Cuando la capital de las Islas Británicas comenzaba a despertar para convertirse en la capital mundial de la música pop, un David Jones de apenas quince o dieciséis años se batía el cobre con otras formaciones algo más maduras. El rhythm and blues elemental pero lleno de frescura de sus King Bees les alineaba con compañeros de generación, como los Small Faces, Hollies, Manfred Mann o los propios Rolling Stones. Pero los gustos de aquel estudiante de arte y diseño eran algo más refinados, y, para cuando se editó su primer disco en solitario, ya en 1967, su música se había vuelto ciertamente más sofisticada, combinando el pop psicodélico con el music hall de los Kinks.El glam y Zyggy Stardust
Aquel primer disco, elegante y atractivo, pasó relativamente desapercibido. Pero entonces conoció a Lindsay Kemp, coreógrafo, actor, bailarín y mimo británico que empezaba a revolucionar la escena teatral de finales de los sesenta. Ya como David Bowie (sobrenombre que adopta para diferenciarse del miembro de los Monkeys, Davy Jones), en 1969 publica «Space Odity», un disco todavía no completamente redondo pero en el que se sentaban las bases de la etapa más brillante y trascendental de su obra. Producido ya por Tony Visconti, personaje decisivo en esta etapa, no contenía ninguna de sus canciones más emblemáticas, pero sí una feliz combinación de folk, rock progresivo, psicodelia y melodías pop.«The Man Who Sold the World» (1970) y, sobre todo, el excelente «Hunky Dory» (1971) avanzan firmes por la misma senda, que culmina con «The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars» (1972) y «Aladdin Sane» (1973). Inspirado por el cantante de rock & roll Vince Taylor, el diseñador japonés Kansai Yamamoto y el pionero del psychobilly Stardust Cowboy, Bowie se convierte en Ziggy Stardust, una criatura del espacio que llega a la Tierra con un mensaje de esperanza. A estos discos perteneces algunas de las mejores canciones de su carrera («Changes», «Starman», «Sufragette City», «The Jean Genie», «Ziggy Stardust», «All the Young Dudes»…).
Bowie se convierte en uno de los músicos más personales e influyentes del momento.
La trilogía de Berlín
Poco después edita algunos discos de transición, algunos de ellos con sobresalientes cifras de ventas y con no pocas notables canciones, lo que combina con la producción de discos para otros artistas, como Lou Reed e Iggy Pop, lo que nuevamente se convierte en un acicate para Bowie.Ya bien alejado de la estética rutilante, artificiosa y ambigua del glam, en 1977, es decir, en pleno estallido del punk, se edita «Low», primera entrega de su famosa «trilogía de Berlín», ciudad en la que se había decidido instalarse. Fascinado por los contrastes de una ciudad enigmática y gris, marcada por los efectos de la Guerra Fría, seducido por el expresionismo alemán y el por el krautrock, Bowie arranca su etapa más experimental. Tanto «Low» como los posteriores «Heroes» y «Lodger» están llenos de largos e inquietantes pasajes instrumentales y ambientes oscuros y evocadores. No son precisamente sus discos más accesibles y comerciales, pero sí, nuevamente, revelan el talento de un músico muy especial y diferente.
Asalto a la lista de éxitos
Inmerso en la industria discográfica y sus prerrogativas, Bowie no se libra de una buena dosis de la frivolidad e intrascendencia que caracteriza el pop en la década de los 80. En 1983 edita «Let’s Dance», un buen disco de vocación desacomplejadamente comercial que marca el inicio de una serie de álbumes menos trascendentes, si bien el genio del británico sigue apareciendo de cuando en cuando con temas sólidos y convincentes.Los años noventa
Bowie entraba en los noventa con un álbum que dejaba atrás esos años frívolos, «Black tie, white noise», con un primer acercamiento al jazz. En sus entregas posteriores mantuvo un excelente nivel, aunque bien es verdad que ya no marcaba el camino, sino que simplemente se ponía al día.Un regreso inesperado
Su inesperado regreso de hace tres temporadas, después de una década sin pasarse por el estudio de grabación, fue el rotundo «The Next Day», un disco ambicioso con momentos inspirados que devolvían a un Bowie no excelso pero sí en buena forma. Aún mejor es su última entrega, «Blackstar», con el que el Duque Blanco dice adiós al mundo de los mortales para subirse, desde hoy, al escenario de la leyenda.Repasamos en esta lista de Spotify 20 canciones inovidables de David Bowie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario