Por Ángeles Maestro* / Resumen Latinoamericano/ 06 de Septiembre 2015 .- Un
pueblo o una clase carece de identidad, y por lo tanto de capacidad de
obrar, si no sabe quiénes son sus enemigos. Y esta conciencia colectiva
es histórica porque se nutre de la memoria de la lucha de generaciones
anteriores y es concreta porque da cuenta de las relaciones sociales en
cada lugar y en cada periodo determinado.
Este
axioma fundamental, consustancial a la lucha de clases, es el que se ha
borrado de los discursos de las formaciones que se mueven en la órbita
de Podemos, incluyendo a IU. Y cuando hablamos de la guerra imperialista
como la expresión más brutal de la lucha de clases el resultado es
patético.
Esa
identidad de clase y de pueblo es la que permite establecer los
vínculos entre los sucesos que las clases dominantes se aprestan a
ocultar. Por ejemplo, la relación entre las Maniobras militares de la
OTAN que se iniciarán el mes que viene, financiadas con nuestros
impuestos, y que se desarrollarán en territorio del Estado español y la
llamada crisis de los refugiados.
Esa
conciencia es la que ayuda a comprender que se trata de la misma OTAN
que destruyó Libia, el país que tenía el Índice de Desarrollo Humano más
elevado de toda África. La misma que financió y pertrechó a los
talibanes para derrocar al único presidente de toda la historia de
Afganistán que sacó durante un breve periodo a su país de la edad media.
Los mismos estados miembros que destruyeron a Iraq, el país árabe más
desarrollado.
Los
mismos jefes y jefas de gobierno de países de la UE, de cualquier color
político, que junto al de EE.UU., premio Nobel de la Paz, financian,
entrenan y arman a los mismos mercenarios y criminales que
simultáneamente califican de terroristas y que dicen perseguir. Y las
bombas que dicen lanzar sobre el Estado Islámico o Daesh caen en
realidad sobre la resistencia kurda, siria o libanesa. En este infame
equipo de gobernantes europeos hay que incluir al gobierno de
Syriza-Anel que durante su corto mandato permitió que Grecia participara
en todas las maniobras y misiones organizadas por la OTAN, estrechó la
colaboración militar con Israel, puso a disposición de EE.UU. y la OTAN
la isla de Kárpatos para convertirla en una gran base militar para la
aviación, votó a favor de la prolongación de las sanciones de la UE
contra Rusia, etc.
Porque,
precisamente, la consecuencia de esas intervenciones y alianzas
militares criminales es la huida desesperada de miles y miles de
personas en búsqueda de asilo. En el Mediterráneo se juntan con las que
huyen de otras guerras menos renombradas pero que sistemáticamente son
provocadas por las mismas potencias europeas o estadounidenses que
saquean sus países, desestabilizan gobiernos o asesinan presidentes poco
colaboradores en la venta a precios de saldo de sus riquezas.
¿Y
que ha pasado con las organizaciones y dirigentes de la supuesta
izquierda que saben perfectamente todo eso? Yo acuso de complicidad
dolosa a quienes no han tenido el valor de enfrentarse a la propaganda
de guerra que demoniza sistemáticamente a los dirigentes del país
atacado antes de destruirlo. La diana de esta propaganda, el objetivo
somos nosotros, nuestra capacidad para saber quienes somos como clase,
como pueblo, para enfrentar a nuestros enemigos y descubrir que quienes
pagan salarios de miseria por jornadas de trabajo interminables son los
mismos culpables directos de la muerte de los miles de Aylanes de todo
el mundo.
Lo
que temen es que comprendamos eso, que millones de trabajadoras y
trabajadores de los países miembros de la OTAN entendamos las bases del
sistema que mece esta cuna mortal y actuemos en consecuencia. Quizás la
imagen más elocuente sea la del que ha sido hasta haces pocos meses
Secretario General de la OTAN (2009 – 2014), Anders Fogh Rasmussen, y
responsable directo de los ataques a Libia, a Afganistán, a Siria, etc,
contratado como consultor del banco estadounidense Goldman Sachs,. Sobre
todo si sabemos que se trata del mismo banco que tras la destrucción de
Libia se apropió de 1.300 millones de dólares del Estado Libio y
participó, con otros bancos europeos y de EE.UU., en el expolio de sus
fondos soberanos congelados por las potencias agresoras al comienzo del
ataque1.
Por
ello produce una infinita vergüenza ajena observar cómo la llamada
crisis de los refugiados con sus dramáticas imágenes de sufrimiento ha
servido para que se haya desatado una carrera entre los nuevos alcaldes y
alcaldesas “rebeldes” – como se autodenominan – para ver quién destina
más recursos, para atender a más personas y mostrar mejor su
solidaridad. Todo eso mientras los Centros de Internamiento de
Emigrantes (CIES) están repletos, la policía municipal va a la caza de
los del top-manta, prosiguen los desahucios de los pobres (de cualquier
nacionalidad), etc.
Y
sobre todo, lo hacen ahora, después de que sus organizaciones
permanecieran calladas e inactivas mientras se aniquilaban los países de
los que proceden las personas refugiadas. Algunas de ellas, con sus
intelectuales orgánicos, no sólo asistían impasibles al desmoronamiento
del potente movimiento contra la guerra surgido ante la invasión de Iraq, sino que apoyaban directamente a los “rebeldes” pertrechados por la OTAN. Prestaban así
un ¿impagable? apoyo a uno de los objetivos fundamentales del poder,
identificado perfectamente desde la creación de la OTAN en 1949:
neutralizar al enemigo interno2.
Porque ¿cómo debemos calificar a dirigentes que miraron
para otro lado mientras la OTAN, la UE, EE.UU. y sus mercenarios
locales devastaban los países de los que proceden los refugiados – o
incluso justificaron los ataques imperialistas desde posiciones de
supuesta izquierda – y que ahora se desgarran las vestiduras ante las imágenes terribles de su dolor?
Atahualpa
Yupanki en un poema memorable decía: “¿ Que dios ayuda a los pobres?,
tal vez si o tal vez no; lo que es seguro es que almuerza en la mesa del
patrón”. Quizás sus palabras fuertes y su “humanitarismo” ocupen
las pantallas y los titulares de los medios de comunicación porque
cumplen la valiosísima función de impedir que la inmensa mayoría
comprenda las causas e identifique con nombres y apellidos a los
criminales y a sus cómplices.
Porque,
precisamente, comprender las raíces y las dimensiones de la guerra
global en la que estamos inmersos es la condición indispensable para ser
capaces de responder eficazmente a la barbarie como clase y como
pueblos.
2 El
senador norteamericano Arthur Vanderberg lo proclamaba abiertamente:
“La OTAN debe servir ante todo a la finalidad concreta de asegurar una
defensa adecuada contra la subversión interna”.
6 de septiembre de 2015
* Ángeles Maestro es médica y miembro de Red Roja
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