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jueves, 10 de septiembre de 2015

CUATRO ANÉCDOTAS DE MI ABUELA, o recuerdos de mi niñez… MIENTRAS ESPERAMOS EL 6 DE DICIEMBRE LA SUPER MEGACOLA PA RECUPERAR LA ASAMBLEA NACIONAL... UNID@S SOMOS MAS¡

CUATRO ANÉCDOTAS DE MI ABUELA, o recuerdos de mi niñez…
Con los años uno pierde un poco la capacidad de aprender y un alemán (del cual nunca recuerdo el nombre) hace que se olvide todo hecho reciente. Más el recuerdo antiguo se aviva y renace; los olores te recuerdan situaciones que viviste y con la remembranza se vienen a tu mente momentos ya olvidados…


ABUELA CON LAS GALAS DE LA ÉPOCA
Por JotaDobleVe,
Rev. 31/07/2015.


Quiero dejar acá algunas historias, o ¿cuentos?, que narraba mi abuela “Ernestina Contreras, viuda de Vegas” (como ella se firmaba). La abuela Ernestina era una gocha (andina) de pelo en pecho, fue una de los siete hermanos que sobrevivieron en la familia del carpintero de San Antonio del Táchira.

Son situaciones muy regionalistas de una parte de Venezuela a finales del siglo XIX y principios del XX.

Verdades o fábulas que espero les diviertan:


1 - LA ABUELA SOLDADO:

Durante la invasión al Táchira en 1901 por Rangel Garbiras con un ejército de 5.000 colombianos, Ernestina acompañó a las mujeres de San Antonio quienes defendieron la frontera retrasando a los “Reinosos” (como nombraban en la zona a los colombianos).

Fueron pues las mujeres las primeras que salieron a defender la tierra patria mientras esperaban a los soldados que venían desde San Cristóbal (a 40 Km de distancia) al final, entre todos lograron hacer retroceder a las tropas colombianas y así terminó la invasión extranjera.

Nos contaba la abuela que echó el plomo parejo; ella peleó en primera línea usando un viejo “Máuser” de dos cargas y nos narraba que el viejo fusil se le encasquillaba a cada momento. Nos explicaba que para que el fuerte recule del máuser no la tumbara se afincaba a una hamaca tensada bajo sus axilas y con el arma apoyada en una horqueta del árbol que le servía de resguardo…

De este episodio se conoce poco (o nada) y sería interesante que los acuciosos sobre la historia, dejaran a un lado su complejo machista y reivindicaran esa parte que jugaron las mujeres de aquella época de alzamientos e invasiones, y como “troperas” detrás de sus hombres en las campañas.

Colombia era, para aquellas fechas, el refugio de muchos venezolanos patriotas exiliados, pero también existían apátridas, como Rangel Garbiras el cual pactó con el gobierno colombiano para invadir a Venezuela.

2 - ¡BARTOLO TRÁEME EL CAYUCO!

La abuela estaba casada, su hombre “el Negro Vega” fue un guerrero falconiano de los bravos, era todo un “hombre de a caballo”, quien andaba tras el “cabito” Cipriano Castro desde la invasión del 1899 (Revolución Liberal Restauradora), formaba parte de aquel huracán político que inaugura el siglo XX en Venezuela.
CORONEL CORNELIO VEGA(S)


Las familias gochas (andinas venezolanas) se conocían todas, ya que los de La Mulera, Capacho Viejo y Nuevo, Quiquinea, San Antonio, San Cristóbal, u otras poblaciones tachirenses, se ligaron por parentesco consanguíneo o padrinazgos…

Parientes y compadres fundaron y compartieron una época y un país por más de 30 años e hicieron de Venezuela su patrimonio; y en ella se protegieron entre sí tal como lo hacían en las haciendas de las tierras que los vieron nacer.

Mi abuelo, el Coronel Cornelio Vega (quién luego cambia su apellido a “Vegas”), narraba que él había ganado sus galones “jediendo pólvora, y jalando machete”. Él tuvo buena relación con Cipriano Castro a quien sirvió originalmente, más luego le fue fiel a J. V. Gómez hasta su muerte.

Por 1908 y siendo el presidente del Estado Zulia José Ignacio Lares Baralt, trasladan al abuelo Maracaibo a como jefe de una guarnición a la vera del lago del mismo nombre. El Negro Vega como buen guerrero de la época era aficionado a todo embotellado que contuviera más de treinta grados de alcohol…

Detengo un momento la historia de la abuela para narrarles algo:

=== Por aquellos años (y hasta hoy) existía en el Zulia la leyenda de “BARTOLO Y EL CAYUCO” que básicamente era la siguiente: Había un patrón de cierta piragua (cayuco, láncheta) con un muchacho ayudante llamado “Bartolo”; de ella bajó una noche a tierra el patrón y al despedirse del muchacho le dijo que se mantuviera con el oído alerta para que cuando lo llamara y no le hiciera esperar con el cayuco. Horas después el patrón volvió a toda carrera con dos hombres persiguiéndolo quienes, como dos perros furiosos, le pisaben los talones y casi le pinchaban con sus machetes. ¡BARTOLO, BARTOLO, TRÁEME EL CAYUCO! rompió a gritar desesperadamente el patrón, pero a pesar del angustioso llamado cada vez más frecuente, el muchacho no le escuchaba, pues se había quedado dormido, y éste dormía como una piedra. Convencido de la inutilidad de sus gritos, acorralado entre el hierro y el agua, el patrón nadó lago adentro, y desapareció en las aguas. Su cadáver jamás apareció, pero su demanda de socorro “¡Bartoloooo!, ¡Bartoloooo!, tráeme el cayuco” resuena todavía en las noches oscuras y de viento por aquella parte del litoral lacustre, llenando de temor los corazones y haciendo aullar lastimeramente a los perros del vecindario. ===

No sé si mi abuelo conociera o no la leyenda, pero un día, durante una tormenta que hacía ulular al viento dentro del lago, éste se encontraba libando un buen aguardiente y estaba bastante pasado de copas y al escuchar el vociferar del viento le pregunta a uno de sus edecanes “¿qué es eso?”...

Este le contesta “es el patrón pidiéndole el cayuco a Bartolo”; Se queda escuchando y mi abuelo, en medio de su borrachera, no tiene mejor ocurrencia que mandar a tocar zafarrancho de combate, montar en su corcel (él siempre usó mulas) y ordenar una carga de caballería al lago… De más está decirles que fue una carga de un solo hombre, la cual terminó con la tropa sacando medio ahogado al abuelo del y tratando de sacar la mula de un endiablado barrial

La mamadera de gallo (tomadura de pelo) acompaño a mi abuelo hasta el fin de sus días. Por cierto el abuelo muere en batalla, por los alrededores de Chaguaramas en el norte del Guárico, durante el segundo decenio del 1.900 durante una contienda contra soldados del entonces difunto Mocho Hernández.

3 - EL FENÓMENO DEL CORONEL.

=== Antes de continuar estas historias quiero narrar otras cosas sobre el Zulia: de Maracaibo y sobre Eustoquio Gómez; este último primo de Juan Vicente Gómez y un sicótico asesino. Para el año 1908 Eustoquio estaba preso en “La Rotunda”(Cárcel caraqueña) cumpliendo una condena de 15 años por asesinato. Tras asumir Juan Vicente Gómez el poder después de la traición a Castro, es liberado y recibe el cargo de jefe del Castillo de San Carlos de la Barra en el Estado Zulia (una Tenebrosa prisión). El Castillo de San Carlos fungía como prisión para adversarios políticos. Los presos llevaban grillos y pesadas barras de metal en los pies. Eran sometidos a torturas y a una vida infrahumana. Al poco tiempo comienzan los abusos de este criminal quien montaba a los prisioneros en gabarras hundiéndolos luego al Golfo de Venezuela para que fuesen pasto de los tiburones. Eutoquio llegó a “vender” prisioneros; como mano de obra esclava, para la construcción del “Canal de Panamá” el infame trato dado a los prisioneros del castillo provocan un levantamiento general que lo obliga a este criminal refugiarse en Maracaibo (1909). ===

En ese año de 1909 coincide el angelito de Eustoquio con mi abuelo en la ciudad de Maracaibo y no sé por qué razón éste último hacía labores policiales. Mi abuelo recibe la orden de recoger con la tropa a un grupo de homosexuales en cierta zona de la ciudad donde parece que abundaban para esa época. Los gay para aquellos tiempos no solo eran raros sino muy escasos, no porque no los hubiese, sino que debido a la xenofobia reinante debían esconder muy bien su condición. El “grupo” recogido no fue mayor de una docena de individuos. La orden, recibida, era entregárselos a la policía, pero uno de ellos le suplicó a mi abuelo que lo salvara, gritaba que si lo hacía él le serviría en lo que quisiera. Lo cierto fue que el abuelo lo asignó como ayudante del cocinero en el cuartel, más porque el cocinero que tenía era malo que por otra cosa.

Me contaba mi abuela que el resto de los detenidos los llevaron en gabarra al centro del lago y los ahogaron por orden expresa de Eustoquio. Esto último no he podido confirmarlo documentalmente, pero he aprendido a confiar en las historias que de niño me contaba la abuela, por lo tanto asumo que bien pudo haber sido cierto.

Al dejar Maracaibo mis abuelos, y antes de nacer mi primera tía, se mudan a Caracas, a la ya de moda parroquia de La Pastora (Torrero a Negro Primero) y se traen a Caracas a su gay maracucho, quien con delantal de bordados y luciendo un bigotico de la época hacía el servicio de adentro en la casa de los abuelos (quienes son ya los “Vegas Contreras”).

Este personaje sobreviviente de la masacre ordenada por Eustoquio Gómez fue durante unos años una “atracción” ante los Generales y Coroneles gomeros, “hombres de tabaco en la vejiga, machos machotes de pelo en pecho”, ¡Joder!…

El sale de la familia al mudarse esta a Cumaná antes de nacer mi tío, se dice que se fue a las Antillas y nunca más se supo de él. Naturalmente aquella fue una época donde la xenofobia era natural en el comportamiento, y se puede decir que hasta obligatoria, y estoy seguro que a muchos de los que vivimos en esta época la anterior narración nos resulta incomprensible…

4 - MI TÍA GUAJIRA

Era mi tía mayor… Mi abuela tuvo tres hijos y a “Felicia”, tres mujeres y un varón… Mi tía “Lisvia” quien era muy blanca como la abuela (pelirroja con tintes) a mi madre (Rosita) morena así como mi tío (Cornelio) estos dos últimos salieron al “Negro Vega”, pero mi tía (Felicia) una india guajira.

Entre los cuatro conformaban la síntesis del venezolano: “Una raza de bronce, níspero y cocuiza… de mazapán y de greda… una raza sin manchas laborada sin prisas” como una vez dijo el poeta Manuel Vicente Magallanes.

Felicia tenía un triste origen; contaba solo con cuatro o cinco años cuando mi abuelo se la compró por 20 pesos macuquinos (unos 80 Bs) a unos tipos que se la habían robado en la Guajira marabina. La niña gruñía, pateaba y arañaba llena de desesperación cuando arriba a la casa; pero la paciencia y el amor de una hermana de la abuela (la re-tía Angelina) quien era maestra de primaria domaron a la fierecilla. Angelina le enseña las primeras letras, y todo lo que era la educación rural de la época.

Felicia llegó a ser muy culta (autodidacta) y hablaba bastante bien el francés que lo había aprendido de sus “hermanas” menores quienes habían estudiado con las monjas del San José de Tarbes en Valencia…

Esta niña representaba en cierta forma “la criada” algo normal en aquella época, figura que sobrevive hasta bien entrados los años 50’s y principios de los 60’s del siglo XX, niñas pobres regaladas o compradas para que fungieran como esclavas de familias de clase media. Pero Felicia en casa de la abuela asumió la figura de la “hermana mayor” y ayudó a levantar a mi madre y a sus dos hermanos.

La encuentro en mis primeros recuerdos por los 50’s… Por esos años (ya con 52 o 53 abriles) ella y su hijo convivieron con nosotros dado que había enviudado recientemente y quería reordenar su vida… Yo la veía como la figura que dominaba la familia era muy mandona y organizada todo lo de la casa. Sobre todo porque mi madre como su hermana trabajaban, y mi tío vivía con su familia en Maracay.

Cuando nos mudamos a Los Teques desapareció de nuestra vista, y sólo la volví a ver ya muy anciana, en una de mis idas a Maracaibo, había reorganizado su vida en la región que la vio nacer… Fue muy poco antes de su muerte, estaba enferma pero muy lúcida rodeada de nietos y bisnietos. No tenía recuerdos de su familia original, me dijo que la única familia que tuvo siempre fue la nuestra; y me contó que ella se enteró de su venta ya con 8 años de edad al hacer su primera comunión. Felicia murió pocos días después.


Sé que este arrastre de lápiz a muchos no les guastará por lo regionalista pero quiero dejarlo plasmado pensando que tal vez mueva a algunos a investigar lo que acá narro y aclare la veracidad de lo acá mencionado, ya que no soy dueño de la autenticidad, sino como un Juglar del Medioevo solo repito lo escuchado…


Por JotaDobleVe,
Rev. 31/07/2015.

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