Jeannette
Hart fue llamada "la novia norteamericana del Libertador". Simón
Bolívar conoció a Jeannette en Lima, en el año 1824. Era Jeannette
nativa de Connecticut, USA, y era hija del Capitán Elisha Hart y
Jeannette Mac Curdy. Tenía seis hermanas y eran conocidas como "Las
Siete Bellezas Hart" y también como "Las Pléyades de Nueva Inglaterra".
Se encontraba en el Perú acompañando a su cuñado, el comodoro Isaac
Hull, en la fragata "United States". Desde el primer momento que Bolívar
y Jeannette se conocieron, surgió un flechazo entre ambos, continuando
este romance en las diferentes oportunidades que tuvieron de platicar a
solas. Pero el episodio que vamos a narrar es un poco fuerte y el mismo
es extraído del diario de la propia Jeannette Hart, siendo por lo tanto
creible tal versión.
En
plena Semana Santa, Jeannete Hart se encontró en su carruaje en medio de
una procesión. La multitud esperaba por la salida del Libertador Simón
Bolívar de la Catedral y al abrirse paso la comitiva presidencial, ella
aprovechó la oportunidad para seguir la caravana hasta la residencia del
Libertador. Se hizo anunciar e inmediatamente fue conducida hasta una
sala de recibo.
Al
poco rato, el Libertador se apareció en dicha sala y comenzaron una
tertulia, dándole ella sus impresiones de un viaje reciente a Chile.
Jeannette si notó que Bolívar estaba un poco nervioso, lo cual le causó
extrañeza. El se acercó a ella dándole un beso en la boca, al tiempo que
le decía que ese sitio no era seguro para ella. Al tiempo que le decía
tales palabras, emergió una mujer de entre las armaduras y mamparas,
dándose cuenta que era la misma atractiva mujer que había visto
cabalgando fuera de la catedral: era Manuelita Sáenz, quien con voz
fuerte y cara arrugada por la rabia le dijo a Jeannette: -"Váyase y no
regrese si usted aprecia su vida". Jeannette le contestó: "¿Quién es
usted para decirme a mí lo que tengo que hacer? ¿Qué está haciendo usted
en esta casa?".
Bolívar interviene y le dijo a Manuela en voz alta que saliera del salón. Manuela enfurecida le pregunta a Jeannette:
"¿Qué hace usted en esta casa?. Esta es mi casa... ! Mía y de mi Simón! y no tolero que ninguna mujer entre aquí! ¡Váyase!"
Por la
autoridad con la que habló Manuela, Jeannette comprendió que eran
cierto los rumores que había escuchado sobre Manuela Sáenz. El
Libertador, lleno de coraje le ordenó a Manuela que se retirase del
salón y que no le obligara a llamar a la guardia. Ello le retó a que la
llamara, lo cual hizo de inmediato, dejándola a un lado del salón,
mientras terminaba de discutir asuntos con la señorita Jeannette,. Y se
sentaron nuevamente a hablar. Manuela salió como una tromba de la sala,
mientras Bolívar se disculpaba muy amablemente. Jeannette se encontraba
muy sorprendida. Bolívar le explicaba la relación con Manuela a su
manera, mientras Jeannette trataba de entender tal situación. Remata la
explicación diciéndole que sólo ella, Jeannette, será su esposa y
compartirá con él los honores y su época de esplendor y comenzó a
besarla apasionadamente.
Pero,
Manuela Sáenz no se había retirado. Se encontraba escondida y al
contemplar aquellas escenas de amor, en un arrebato de celos, tomó un
viejo estilete toledano y sigilosamente se dirigió hacia la pareja.
Cuando Bolívar vio la sombra que se abalanzaba sobre ellos, dio un
fuerte empujón a Jeannette, quien fue a parar a las armaduras que
estaban en la sala, mientras su brazo detenía el brazo de Manuela, y que
durante el forcejeo, el estilete cayó al suelo. La guardia se había
retirado del salón y entonces, Jeannette, tomó el arma y lo colocó sobre
una mesa y diciendo "Buenas noches", se marchó del lugar.
Esa noche, Jeannette Hart comprendió que su noviazgo con el Libertador no era posible.
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