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viernes, 11 de septiembre de 2015

ANECDOTAS VENEZOLANA PARTE # 2... VENEZUELA HEROICA NO SE RINDE ESTE 6 DE DICIEMBRE LA REBELDIA DE TODO UN PUEBLO... VAMOS TOD@S EN PAZ A RECUPERAR LA ASAMBLEA NACIONAL.. UNID@S SOMOS MAS¡

EL COMPADRE DIONISIO CISNEROS

Durante su primera Presidencia, el General José Antonio Páez tuvo que sortear numerosas dificultades, siendo la más fuerte la Revolución de Oriente, acaudillada, en 1831, por el General José Tadeo Monagas y aunque terminó exitosamente, las secuelas de ella se veían en el mismo Oriente y Occidente del país. Poco a poco estos focos de insurrección fueron dominados por el Gobierno. Pero los sucesos que vamos a narrar corresponden a los realizados por el indio José Dionisio Cisneros, quien había impuesto durante doce años un sistema de terror imjpunemente en los Valles del Tuy, sin que las fuerzas del Gobierno pudiera dar con él. Era terrible cómo saqueaba pueblos, haciendas y sembraba el miedo entre los parroquianos. ¿Quién era Cisneros? Era un guerrillero, de origen indígena, nacido en Baruta (Edo. Miranda), alrededor del año 1793. Podemos considerarlo como el último insurgente contra la República, en defensa de la causa del rey de España. Había obtenido la jerarquía de Sargento en el ejército realista y después de la Batalla de Carabobo, actuaba como jefe guerrillero, con la esperanza de ver restaurado el sistema monárquico y su área de operaciones giraba en los valles del Tuy, Barlovento, norte del Estado Guárico y parte de Anzoátegui. Los moradores de estas zonas, en su mayoría, con el fin de preservar sus bienes, optaron por granjearse la amistad de Cisneros y su gente, lo cual aumentó el poder de éste sobre la región. En el año 1827, el mismo Libertador Simón Bolívar expidió un decreto de indulto en favor de Cisneros, reconociéndole su grado militar, pero el jefe guerrillero rechazó la oferta y continuó con sus desmanes.

Batallones enteros, jefes militares encumbrados, fracasaron ante Cisneros, por lo cual su fama crecía cada vez más. En una ocasión, el General Felipe Macero lo sorprendió y lo puso en fuga, capturando al hijo de Cisneros, de pocos años de edad. Fue llevado ante el Gral. Páez, quien lo acogió, le dio educación, lo bautizó, haciéndose compadre de Cisneros, con el fin de lograr atraerlo a la pacificación. Páez lo incita a dejar de pelear por el Rey, pero Cisneros le contestaba que "era Oficial del Rey, que sabía lo que era honor y que nunca faltaría a su palabra".

El Gral. Páez insiste en establecer amistad con el bandolero. Se separa del Gobierno y deja encargado al Vicepresidente y se va a pasar unos días en una hacienda de Súcuta, situada en uno de los territorios asolados por Cisneros, ganándose la confianza de campestres, con obsequios de comida y diversiones populares. Logra finalmente concertar una entrevista con Cisneros, ante el temor del Consejo de Gobierno, por el riesgo que corría el Presidente. La entrevista se llevó a cabo en la montaña Lagartijo, Provincia de Caracas (hoy Edo. Miranda), a mediados de noviembre de 1831. Imprudentemente, Páez se presentó solo a la entrevista y soportó con entereza la pruebas a las cuales le sometió Cisneros, incluyendo su propio fusilamiento, ante doscientos hombres, dando Páez las órdenes para abrir fuego, pero que en el momento adecuado, Cisneros, impresionado por la valentía de Páez,  dió una señal y las balas pasan por encima de la cabeza de Páez, quien estaba convencido que lo iban a fusilar. 

Cisneros se rindió y aceptó la autoridad de Páez, quien el 22 de noviembre de ese mismo año, dictó un decreto de amnistía para Cisneros y su guerrilla, reconociéndole el grado de Coronel que él usaba, y a sus oficiales, los grados de Capitanes, Tenientes y Alféreces.

Dionisio Cisneros sólo respetaba al Gral. Páez, más no a su Gobierno ni jefes militares. Se quedó en los Valles del Tuy y Páez lo usará de vez en cuando en algunas operaciones militares, pero Cisneros no abandonó sus resabios de bandido, cosa que Páez lo disimulaba, hasta que cansado de sus atropellos, lo somete en 1846 a Consejo de Guerra, bajo el cargo de insubordinación, sedición y expoliación, siendo sentenciado a muerte y fusilado en San Luis de Cura (Edo. Aragua), el 13 de enero de 1847.

Así terminó sus días el temible Dionisio Cisneros, compadre del General Páez.


VIVENCIAS EN CAMPAÑA

Nuestra historia está llena de anécdotas ocurridas durante todo el trajinar, tanto de la guerra emancipadora, como en la etapa contemporánea. Muchos hombres, partícipes de estas contiendas, escribieron sus memorias, artículos, notas, y muchos de sus testimonios los encontramos diseminados en múltiples publicaciones. Tal es el caso del Coronel Antonio Martínez Sánchez, cuyo nombres se encuentra perdido en la historia, pero que desde soldado raso participó en durante su vida en diferentes revoluciones. Sus escritos fueron publicados en un libro denominado "Nuestras Contiendas Civiles", el cual es un recuento ligero de sus vivencias y pensamientos. Para ello veamos estos ejemplos:

En el mes de marzo del año 1892 estalla la Revolución Legalista, liderizada por el General Joaquín Crespo, quien persigue su objetivo de evitar que el Presidente Raimundo Andueza Palacios continuara en el Poder, al romper éste el hilo constitucional para perpetuarse en la Presidencia. Las anécdotas que vamos a relatar sucedieron durante la marcha del ejército legalista hacia Caracas, vía Los Valles del Tuy. La marcha pasaba por las poblaciones de San Casimiro y San Sebastián, interrumpida constantemente por encontrarse los caminos en muy mal estado y los ríos crecidos. Para cruzar el río Guárico,a la altura del "Paso del Medio",  se hacía necesario construir una tarabita, especie de mecanismo para pasar un río, sujeto a un grueso mecate amarrado de orilla a orilla. De esta manera, la tropa, sus equipos, parque, podían pasar de una manera segura.

Estando el General Pedro Vallenilla en medio del paso, montado en una mula, el animal se le puso difícil, tumbando al General al agua, quien tuvo que nadar, saliendo precisamente donde se encontraba el General Joaquín Crespo mirando el paso de la tropa. Al ver al General salir del agua, preguntó: ¿Quién es este hombre? Efectivamente, el General Vallenilla estaba irreconocible. Cuando entró al río era un militar de unos 35 años, luciendo unos cabellos y bigotes negros y lustrosos, mientras que cuando salió del río era un señor de unos 60 años, luciendo un cabello y bigote blanquecinos. El motivo fue que las cremas usadas en el cabello se habían diluido en el agua.

Otro caso fue el Comandante Guillermo Carranza, quien tirándosela de bravo, se había lanzado al agua con su caballo, sin precaución alguna para cortar la corriente. "Así se pasa un río", había exclamado. Pero cuando estaba en la parte honda, al caballo andaba por un lado y el Comandante por otro. Algunos soldados le gritaron: "¡Cuatro fuertes y te sacamos!". El Comandante contestó: "¡Pago solamente dos!", sumergiéndose de nuevo. Viendo los soldados que no flotaba, se tiraron al río y lo sacaron, habiendo perdido sus lentes, sombrero y paltó, preguntando: "¿Dónde estoy? Alguien le contestó: "En la esquina de San Francisco". Creyendo estar en dicho lugar, contestó: "¡Gracias a Dios!".

Después de unos combates entre el ejército legalista y el Gobierno, bajo fuertes lluvias, el General Crespo se había retirado, muy desmoralizado, al extremo que pensaba renunciar. Pero su salud se había resentido debido a las lluvias y el frío, enfermando gravemente de afección bronquial. La fiebre la había subido sobre los 40 grados y su respiración se hacía difícil. Gracias a los empeños del médico, General Juan Pietri, quien durante ocho días estuvo en la cabecera del General Crespo, éste salió del problema de salud que lo afectaba. Durante esos ocho días, el ejército legalista estuvo en consternación, en la espera de la recuperación de su jefe.
 EL PRISIONERO DE VALENCIA
Desde Cumaná, trasladado a pie a lo largo de todo el camino, llega a Caracas un prisionero republicano en el año 1819. Fue llevado a esa capital para ser juzgado por las autoridades españolas por el delito de insurgencia; sin embargo, dada la distinción del prisionero, conversan con él y le solicitan sus servicios a la causa del Rey, negándose rotundamente ante tal requerimiento. En vista de su responsabilidad en las organizaciones de las expediciones de combatientes desde Europa a Venezuela, es trasladado a la ciudad de La Victoria y sometido a consejo de guerra, por órdenes directas del General de los Ejércitos del Rey Don Pablo Morillo. El veredicto fue de culpable por traición y condenado a muerte por fusilamiento, acto el cual se realizaría en la ciudad de Valencia. Nuevamente el prisionero recorrió a pie esa distancia, amarrado cual vulgar delincuente.
¿De quién estamos hablando?. Este prisionero era el Capitán Johann von Uslar, conocido en nuestra historia como Juan Uslar. Había nacido en Loccum, Alemania, en 1779. Egresado del Real Colegio Militar de Windsor, con el grado de subteniente. En 1815, bajo las órdenes de Arthur Wellsley, duque de Wellington, participó en la Batalla de Waterloo, en la cual fue derrotado Napoleón Bonaparte. Para 1818 estaba de retiro y lo encontramos en Londres, organizando con el venezolano Luis López Méndez, el envío de expedicionarios a Veneuela. En 1819 arriba Uslar a la isla de Margarita, integrándose a las fuerzas del General Rafael Urdaneta, quien iniciaba una campaña sobre Barcelona y Cumaná. Exitosamente combatió en el Morro de Barcelona e infructuosamente sobre el puerto de Cumaná. Le ordenan trasladarse a Margarita, siendo interceptada la embarcación por una flechera española. Uslar se lanza al mar, tratando de escapar a nado pero es apresado, mientras sus dos acompañantes eran degollados. Vociferando en su lengua nativa, ya que no hablaba español, y por sus características físicas, comprendieron sus aprehensores que se trataba de un personaje importante, decidiendo llevarlo a Cumaná ante el Gobernador Cires.
Una vez conducido a Valencia, comenzó la tortura sicológica en espera del día del fusilamiento, acto que no se realizó, debido a que el General Pablo Morillo le conmutó la pena de muerte por trabajos forzados. Aquí se inicia el verdadero infierno de Uslar, ya que uniformado de presidiario común, encadenado sus pies, fue enviado a trabajar en la construcción del puente sobre el río Cabriales e igualmente en la reparación de la carretera Valencia - Puerto Cabello. Estas tareas tuvo que soportarlas estoicamente el joven oficial, bajo el sol ardiente valenciano, trabajando desde el amanecer hasta el atardecer, acompañando a otros 200 hombres, prisioneros como él, huéspedes de las diferentes cárceles locales. Su porte físico, extranjero, rubio, de bigotes distinguidos, reflejaban su ascendencia extranjera, mientras su rostro asumía el dolor interior, pero soportando con altivez el castigo al cual era sometido.


A mediados del año 1820 fue inaugurado el puente sobre el río Cabriales ó puente Morillo como también se le llamó, y el mismo es una obra de ingeniería, existente aún en nuestros días. Posteriormente, casi a diario se oía la retreta en el lugar, tocada por bandas marciales españolas. Y como Dios no abandona a sus fieles, allí el Capitán Juan Uslar conoció a una joven valenciana de nombre María de los Dolores Hernández, hija de un coronel republicano, quien se había fijado en el joven prisionero y cuya familia siempre le llevaba alimento y remedios.


Juan Uslar fue liberado a finales del año 1820, a raíz del Tratado de Regularización de la Guerra, firmado por Bolívar y Morillo. A partir de allí se incorpora al Ejército Libertador, alcanzando la gloria en la Batalla de Carabobo, en 1821. Se mantuvo activo hasta 1825, dedicándose posteriormente al trabajo agrícola en Tocuyito, Estado Carabobo. Fue llamado al servicio nuevamente en 1848, culminando su carrera militar con el ascenso a General en Jefe, en 1863. ¿Y qué pasó con su amor valenciano?. Fue uno de los grandes motivos para permanecer en Valencia. Se casó con María de los Dolores en el año 1822, residenciándose en Valencia. Murió Uslar en 1866, los 87 años de edad, dejando tras de sí una hermosa descendencia, ejemplo de trabajo en esta tierra venezolana. Entre sus biznietos encontramos al Dr. Arturo Uslar Pietri.

El puente sobre el río Cabriales nunca fue olvidado en su vida y constantemente hacía sus caminatas por el mismo, henchido el pecho por el orgullo de haber obtenido los dones de la vida en este suelo patrio

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