EL COMPADRE DIONISIO CISNEROS
Durante
su primera Presidencia, el General José Antonio Páez tuvo que sortear
numerosas dificultades, siendo la más fuerte la Revolución de Oriente,
acaudillada, en 1831, por el General José Tadeo Monagas y aunque terminó
exitosamente, las secuelas de ella se veían en el mismo Oriente y
Occidente del país. Poco a poco estos focos de insurrección fueron
dominados por el Gobierno. Pero los sucesos que vamos a narrar
corresponden a los realizados por el indio José Dionisio Cisneros, quien
había impuesto durante doce años un sistema de terror imjpunemente en
los Valles del Tuy, sin que las fuerzas del Gobierno pudiera dar con él.
Era terrible cómo saqueaba pueblos, haciendas y sembraba el miedo entre
los parroquianos. ¿Quién era Cisneros? Era un guerrillero, de origen
indígena, nacido en Baruta (Edo. Miranda), alrededor del año 1793.
Podemos considerarlo como el último insurgente contra la República, en
defensa de la causa del rey de España. Había obtenido la jerarquía de
Sargento en el ejército realista y después de la Batalla de Carabobo,
actuaba como jefe guerrillero, con la esperanza de ver restaurado el
sistema monárquico y su área de operaciones giraba en los valles del
Tuy, Barlovento, norte del Estado Guárico y parte de Anzoátegui. Los
moradores de estas zonas, en su mayoría, con el fin de preservar sus
bienes, optaron por granjearse la amistad de Cisneros y su gente, lo
cual aumentó el poder de éste sobre la región. En el año 1827, el mismo
Libertador Simón Bolívar expidió un decreto de indulto en favor de
Cisneros, reconociéndole su grado militar, pero el jefe guerrillero
rechazó la oferta y continuó con sus desmanes.
Batallones
enteros, jefes militares encumbrados, fracasaron ante Cisneros, por lo
cual su fama crecía cada vez más. En una ocasión, el General Felipe
Macero lo sorprendió y lo puso en fuga, capturando al hijo de Cisneros,
de pocos años de edad. Fue llevado ante el Gral. Páez, quien lo acogió,
le dio educación, lo bautizó, haciéndose compadre de Cisneros, con el
fin de lograr atraerlo a la pacificación. Páez lo incita a dejar de
pelear por el Rey, pero Cisneros le contestaba que "era Oficial del Rey,
que sabía lo que era honor y que nunca faltaría a su palabra".
El
Gral. Páez insiste en establecer amistad con el bandolero. Se separa
del Gobierno y deja encargado al Vicepresidente y se va a pasar unos
días en una hacienda de Súcuta, situada en uno de los territorios
asolados por Cisneros, ganándose la confianza de campestres, con
obsequios de comida y diversiones populares. Logra finalmente concertar
una entrevista con Cisneros, ante el temor del Consejo de Gobierno, por
el riesgo que corría el Presidente. La entrevista se llevó a cabo en la
montaña Lagartijo, Provincia de Caracas (hoy Edo. Miranda), a mediados
de noviembre de 1831. Imprudentemente, Páez se presentó solo a la
entrevista y soportó con entereza la pruebas a las cuales le sometió
Cisneros, incluyendo su propio fusilamiento, ante doscientos hombres,
dando Páez las órdenes para abrir fuego, pero que en el momento
adecuado, Cisneros, impresionado por la valentía de Páez, dió una señal
y las balas pasan por encima de la cabeza de Páez, quien estaba
convencido que lo iban a fusilar.
Cisneros
se rindió y aceptó la autoridad de Páez, quien el 22 de noviembre de
ese mismo año, dictó un decreto de amnistía para Cisneros y su
guerrilla, reconociéndole el grado de Coronel que él usaba, y a sus
oficiales, los grados de Capitanes, Tenientes y Alféreces.
Dionisio
Cisneros sólo respetaba al Gral. Páez, más no a su Gobierno ni jefes
militares. Se quedó en los Valles del Tuy y Páez lo usará de vez en
cuando en algunas operaciones militares, pero Cisneros no abandonó sus
resabios de bandido, cosa que Páez lo disimulaba, hasta que cansado de
sus atropellos, lo somete en 1846 a Consejo de Guerra, bajo el cargo de
insubordinación, sedición y expoliación, siendo sentenciado a muerte y
fusilado en San Luis de Cura (Edo. Aragua), el 13 de enero de 1847.
VIVENCIAS EN CAMPAÑA
Nuestra
historia está llena de anécdotas ocurridas durante todo el trajinar,
tanto de la guerra emancipadora, como en la etapa contemporánea. Muchos
hombres, partícipes de estas contiendas, escribieron sus memorias,
artículos, notas, y muchos de sus testimonios los encontramos
diseminados en múltiples publicaciones. Tal es el caso del Coronel
Antonio Martínez Sánchez, cuyo nombres se encuentra perdido en la
historia, pero que desde soldado raso participó en durante su vida en
diferentes revoluciones. Sus escritos fueron publicados en un libro
denominado "Nuestras Contiendas Civiles", el cual es un recuento ligero
de sus vivencias y pensamientos. Para ello veamos estos ejemplos:
En
el mes de marzo del año 1892 estalla la Revolución Legalista,
liderizada por el General Joaquín Crespo, quien persigue su objetivo de
evitar que el Presidente Raimundo Andueza Palacios continuara en el
Poder, al romper éste el hilo constitucional para perpetuarse en la
Presidencia. Las anécdotas que vamos a relatar sucedieron durante la
marcha del ejército legalista hacia Caracas, vía Los Valles del Tuy. La
marcha pasaba por las poblaciones de San Casimiro y San Sebastián,
interrumpida constantemente por encontrarse los caminos en muy mal
estado y los ríos crecidos. Para cruzar el río Guárico,a la altura del
"Paso del Medio", se hacía necesario construir una tarabita, especie de
mecanismo para pasar un río, sujeto a un grueso mecate amarrado de
orilla a orilla. De esta manera, la tropa, sus equipos, parque, podían
pasar de una manera segura.
Estando
el General Pedro Vallenilla en medio del paso, montado en una mula, el
animal se le puso difícil, tumbando al General al agua, quien tuvo que
nadar, saliendo precisamente donde se encontraba el General Joaquín
Crespo mirando el paso de la tropa. Al ver al General salir del agua,
preguntó: ¿Quién es este hombre? Efectivamente, el General Vallenilla
estaba irreconocible. Cuando entró al río era un militar de unos 35
años, luciendo unos cabellos y bigotes negros y lustrosos, mientras que
cuando salió del río era un señor de unos 60 años, luciendo un cabello y
bigote blanquecinos. El motivo fue que las cremas usadas en el cabello
se habían diluido en el agua.
Otro
caso fue el Comandante Guillermo Carranza, quien tirándosela de bravo,
se había lanzado al agua con su caballo, sin precaución alguna para
cortar la corriente. "Así se pasa un río", había exclamado. Pero cuando
estaba en la parte honda, al caballo andaba por un lado y el Comandante
por otro. Algunos soldados le gritaron: "¡Cuatro fuertes y te sacamos!".
El Comandante contestó: "¡Pago solamente dos!", sumergiéndose de nuevo.
Viendo los soldados que no flotaba, se tiraron al río y lo sacaron,
habiendo perdido sus lentes, sombrero y paltó, preguntando: "¿Dónde
estoy? Alguien le contestó: "En la esquina de San Francisco". Creyendo
estar en dicho lugar, contestó: "¡Gracias a Dios!".
EL PRISIONERO DE VALENCIA
Desde
Cumaná, trasladado a pie a lo largo de todo el camino, llega a Caracas
un prisionero republicano en el año 1819. Fue llevado a esa capital para
ser juzgado por las autoridades españolas por el delito de insurgencia;
sin embargo, dada la distinción del prisionero, conversan con él y le
solicitan sus servicios a la causa del Rey, negándose rotundamente ante
tal requerimiento. En vista de su responsabilidad en las organizaciones
de las expediciones de combatientes desde Europa a Venezuela, es
trasladado a la ciudad de La Victoria y sometido a consejo de guerra,
por órdenes directas del General de los Ejércitos del Rey Don Pablo
Morillo. El veredicto fue de culpable por traición y condenado a muerte
por fusilamiento, acto el cual se realizaría en la ciudad de Valencia.
Nuevamente el prisionero recorrió a pie esa distancia, amarrado cual
vulgar delincuente.
¿De
quién estamos hablando?. Este prisionero era el Capitán Johann von
Uslar, conocido en nuestra historia como Juan Uslar. Había nacido en
Loccum, Alemania, en 1779. Egresado del Real Colegio Militar de Windsor,
con el grado de subteniente. En 1815, bajo las órdenes de Arthur
Wellsley, duque de Wellington, participó en la Batalla de Waterloo, en
la cual fue derrotado Napoleón Bonaparte. Para 1818 estaba de retiro y
lo encontramos en Londres, organizando con el venezolano Luis López
Méndez, el envío de expedicionarios a Veneuela. En 1819 arriba Uslar a
la isla de Margarita, integrándose a las fuerzas del General Rafael
Urdaneta, quien iniciaba una campaña sobre Barcelona y Cumaná.
Exitosamente combatió en el Morro de Barcelona e infructuosamente sobre
el puerto de Cumaná. Le ordenan trasladarse a Margarita, siendo
interceptada la embarcación por una flechera española. Uslar se lanza al
mar, tratando de escapar a nado pero es apresado, mientras sus dos
acompañantes eran degollados. Vociferando en su lengua nativa, ya que no
hablaba español, y por sus características físicas, comprendieron sus
aprehensores que se trataba de un personaje importante, decidiendo
llevarlo a Cumaná ante el Gobernador Cires.
Una vez
conducido a Valencia, comenzó la tortura sicológica en espera del día
del fusilamiento, acto que no se realizó, debido a que el General Pablo
Morillo le conmutó la pena de muerte por trabajos forzados. Aquí se
inicia el verdadero infierno de Uslar, ya que uniformado de presidiario
común, encadenado sus pies, fue enviado a trabajar en la construcción
del puente sobre el río Cabriales e igualmente en la reparación de la
carretera Valencia - Puerto Cabello. Estas tareas tuvo que soportarlas
estoicamente el joven oficial, bajo el sol ardiente valenciano,
trabajando desde el amanecer hasta el atardecer, acompañando a otros 200
hombres, prisioneros como él, huéspedes de las diferentes cárceles
locales. Su porte físico, extranjero, rubio, de bigotes distinguidos,
reflejaban su ascendencia extranjera, mientras su rostro asumía el dolor
interior, pero soportando con altivez el castigo al cual era sometido.
A
mediados del año 1820 fue inaugurado el puente sobre el río Cabriales ó
puente Morillo como también se le llamó, y el mismo es una obra de
ingeniería, existente aún en nuestros días. Posteriormente, casi a
diario se oía la retreta en el lugar, tocada por bandas marciales
españolas. Y como Dios no abandona a sus fieles, allí el Capitán Juan
Uslar conoció a una joven valenciana de nombre María de los Dolores
Hernández, hija de un coronel republicano, quien se había fijado en el
joven prisionero y cuya familia siempre le llevaba alimento y remedios.
Juan
Uslar fue liberado a finales del año 1820, a raíz del Tratado de
Regularización de la Guerra, firmado por Bolívar y Morillo. A partir de
allí se incorpora al Ejército Libertador, alcanzando la gloria en la
Batalla de Carabobo, en 1821. Se mantuvo activo hasta 1825, dedicándose
posteriormente al trabajo agrícola en Tocuyito, Estado Carabobo. Fue
llamado al servicio nuevamente en 1848, culminando su carrera militar
con el ascenso a General en Jefe, en 1863. ¿Y qué pasó con su amor
valenciano?. Fue uno de los grandes motivos para permanecer en Valencia.
Se casó con María de los Dolores en el año 1822, residenciándose en
Valencia. Murió Uslar en 1866, los 87 años de edad, dejando tras de sí
una hermosa descendencia, ejemplo de trabajo en esta tierra venezolana.
Entre sus biznietos encontramos al Dr. Arturo Uslar Pietri.
El puente sobre el río Cabriales nunca fue olvidado en su vida y constantemente hacía sus caminatas por el mismo, henchido el pecho por el orgullo de haber obtenido los dones de la vida en este suelo patrio
El puente sobre el río Cabriales nunca fue olvidado en su vida y constantemente hacía sus caminatas por el mismo, henchido el pecho por el orgullo de haber obtenido los dones de la vida en este suelo patrio