El trajinado cuento de la guerra económica externa en contra del gobierno salvador de Venezuela, recurso falacioso que le ha servido para captar la atención de los incautos y diluir su responsabilidad ante los desastrosos entuertos que vivimos los venezolanos de hoy, no les está funcionando desde hace ya largo tiempo.
Como autómatas los alto oficiales del
gobierno, sin convicción ninguna –y peor que ello, hipócritamente, por saber
que no existe tal cosa como una componenda colectiva para ahogar a ningún país
ni a ninguna sociedad- siguen repitiendo
el estúpido sonsonete, sin percatarse que los gobernados son menos ignorantes
que lo que imaginan y que , por último, ante la eventual agresión de un tercero
que pusiera al país en dificultades serias, lo
menos que pueden hacer sus eficientes gobernantes, los que cuentan con
la vara mágica para resolver todo en favor del pueblo, es intentar ponernos
todos al margen de las penurias
que tal agresión externa le pudiera causar al país.
No es necesario decir
que las cosas van de mal en peor. Ello está a la vista. Y lo que también es
diáfano más allá de nuestras fronteras, es que todos aquellos regímenes de
corte izquierdoso que interactuaron con el nuestro en los años opulentos de las
administraciones Chavez y recientemente en la de Maduro, vienen de regreso en
sus portentosos postulados que pretendían una felicidad ilimitada para sus
administrados gracias a la Revolución del Siglo XXI.
Ese hecho está a la vista de todos, de los entendidos en las lides internacionales, pero también y de los que, sin saber interpretar la Historia, confiaban a ciegas en el éxito las gestas patrióticas domésticas de Lula Da silva y Dilma Roussef en Brasil , Nestor y Cristina Kirchner en Argentina , Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua, y hasta Michelle Bachellet en Chile…y no sigamos porque cansa. A Cuba ni la menciono porque es un anciano país parasitario que baila, sin vergüenza ninguna, al son de la música que le toca el benefactor de turno. Un cáncer que el Continente ha llevado en las entrañas, un país que pisotea a su gente depauperada y pretende dictarle lecciones a quienes las quieren oir..
El estrepitoso
fracaso de todos esos modelos económico-sociales y políticos, el latrocinio
galopante y la grosera corrupción que los ha caracterizado no puede ser
escondida sino ante los ojos de los imbéciles y nuestro país es bastante más
zamarro de lo que algunos creen. El festín de los negociados turbios y de otro
tipo de delitos con los que se han enriquecido ha tenido lugar al mismo tiempo
y al mismo ritmo que las necesidades de la población han pasado a no ocupar
ningún puesto entre las prioridades nacionales.
Ciegos y sordos, aún
a estas fechas hay quienes siguen aferrados a la consigna de que existe una
“guerra económica”, una pobre expresión hueca fabricada a la medida para
excusar a los chavistas- incluyendo a Chavez- de sus desastrosas ejecutorias.
Pero los tiempos han cambiado y las sociedades despiertan hasta de las mentiras
que les has sido bien administradas. El Chavismo, y el madurismo en la misma
medida, están hoy recibiendo el
escrutinio de propios y ajenos. La desesperada situación que se vive en toda
nuestra geografía llama a la acción y no al señalamiento de terceros para
trasladarle las responsabilidades propias.
Como ha sucedido en muchos otros países, le ha llegado la hora a esta revolución de cuño propio de rendir cuentas, sin correr la arruga, sin sacar un dedo acusador para señalar a terceros. Dieciséis años después, está ya aquí el momento de alargarse los pantalones.
Beatriz
De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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