Cuando he visitado algunos lugares sagrados de peregrinación, y a pesar de mi agnosticismo, siempre he sentido un cierto sobrecogimiento generado por el lugar, su entorno y el ambiente de espiritualidad que se respira, tan sólo enturbiado por el cada vez más presente turismo religioso de tropel, que de seguir así pronto acabará con estos lugares en lo que tienen de misticismo.
El caso es que he podido visitar algunos de ellos, pero acabo de enterarme de que nunca podré conocer uno sobre el cual tenía un gran interés: La Kaaba, en La Meca; so pena de una conversión al Islam, pues este lugar está vetado para los no musulmanes desde que lo prohibiera el mismo Mahoma en el 630, rompiendo con las garantías para los peregrinos que existían anteriormente y con la característica de asilo que tenía esta ciudad. Y parece que la ruptura de esa regla se paga muy caro[1] [sin ir muy lejos, en Google Earth la zona está difuminada].
En principio decir que La Kaaba es un edificio que debe su nombre: El Dado, El Cubo, a su forma y que sus esquinas están orientadas hacia los puntos cardinales. Está ubicado en La Meca, ciudad sagrada del Islam y lugar de nacimiento de Mahoma, en la península arábiga. Y para los musulmanes, su importancia es equiparable a la del Templo de Salomón en Jerusalén para los judíos, o a la de la Basílica de San Pedro en Roma para los católicos.
Para los musulmanes es la morada de Dios: Baitullahi-l-haram, (la casa sagrada de Alá) y la consideran la primera obra de la creación. alrededor de este edificio se construyó en el siglo VIII la mezquita de Al-Haram. Bajo estas premisas, la peregrinación a este lugar santo es uno de los cinco pilares básicos del islamismo y todo buen musulmán siempre que pueda debe acudir, al menos, una vez en su vida en peregrinación para santificarse. Sobre el momento de peregrinar y los rituales de peregrinación hablaremos en otro momento pues son de gran interés y en muchos aspectos son evidentes sus raíces paganas pre-islámicas que fueron adaptadas (purificadas) por Mahoma.
En este post quiero centrarme en La Kaaba y en la Piedra Negra. Lo primero es señalar que en origen se trata de una construcción pre-islámica, pues desde bien antiguo era un edificio sagrado, pero sin advocación concreta, que albergaba, en buena armonía (se habla de que había 360 ídolos), a la infinidad de deidades que las tribus árabes adoraban antes de que Mahoma predicara las revelaciones que tuvo de Dios. El geógrafo Tolomeo cita la ciudad de La Meca (bajo el nombre de Macoraba) ya en el siglo II, lo que hace suponer que ya existiera un templo semita en el lugar, según algunos autores dedicado al dios Hubal [¿Hubal?,… ¡¿Tubal?! ¡No dejéis de ver las coincidencias siempre curiosas de la Historia en el post: Los Reyes Fabulosos de España: de Tubal a Habis (o Habidis), en este mismo blog!].
Se trata de un edificio que en su interior no contiene nada, excepto un buen número de lámparas y candelas de oro y plata y las tres columnas que soportan la techumbre de madera. Su fábrica es de sillares de granito muy sencilla y humilde, si bien con el tiempo se han ido añadiendo elementos más suntuarios: así, el interior está forrado en paredes y suelos de mármol y la puerta y el canalón son de oro. Sus dimensiones reales son: 10,67 m de ancho, por 12,19 de largo, y 15,24 m de altura. Tiene una pequeña puerta en uno de sus laterales, elevada del suelo dos metros, por la que se accede al interior y en su esquina oriental está encastrada en plata la venerada Piedra Negra. El edificio está siempre cubierto por una tela de seda negra, la Kiswa, que se renueva anualmente. Esta tela presenta una franja de textos del Corán, escritos en oro, que suelen hacer referencia a la Unicidad de Dios. Los musulmanes deben postrarse en dirección a La Kaaba (Alquibla) en el momento de realizar las cinco oraciones rituales diarias; si bien hay que señalar que no siempre fue así, pues en un principio Mahomaseñaló que las oraciones debían dirigirse hacia Jerusalén (Alquibla Alqadima, Alquibla Antigua) pero cambió la dirección después de que los judíos se negaran a aceptarlo como profeta.
La tradición musulmana recogida expresamente en el Corán dice que la Kaaba fue construida hace 4.000 años por Abraham (Ibrahim) y su hijo Ismael (Ismail) en el mismo lugar donde Adán edificó el primer templo o morada de Dios que fue milagrosamente izado a los cielos antes del Diluvio Universal. También colocaron en la esquina oriental del edificio la Piedra Negra que les entregó el arcángel Gabriel. Una vez que estuvo terminado el templo, Alá ordenó a Abraham que convocase a toda la humanidad para visitar la Kaaba. Es por ello que cuando un musulmán la visita, exclama: “¡Heme aquí: Ho, Señor!” Mahoma recoge en el Corán los relatos populares existentes que hablaban del viaje de Abraham a La Meca, si bien existían más relatos y leyendas, con seguridad provenientes de los grupos judíos de Arabia: por ejemplo, que en la zona estaba el sepulcro de Eva.
Para los musulmanes, La Kaaba es la representación de la Osa Polar y por lo tanto el centro del Universo, en una visión un tanto esotérica, y la ubicación geográfica del corazón de la humanidad en una lectura más mística. Se trata del vínculo que une el mundo superior con el inferior y que fue el lugar de encuentro de los padres de la humanidad: Adán y Eva. En los giros rituales los fieles se integran en el torbellino cósmico y así, Dios, el Creador, los acoge en su morada de paz.
La Piedra Negra está engastada en un bloque de plata que aglutina todos los fragmentos que resultaron después de que estallara debido al calor provocado por un incendio en el año 683. Se trata de una pieza de basalto negro con posible origen volcánico de unos 30 cm. La piedra fue robada en 930 y restituida veinte años después. Para los fieles musulmanes la Piedra Negra es un meteorito extraterrestre (para algunos es un trozo de la estrella Osa Polar) y le fue entregada a Abraham e Ismael por el arcángel Gabriel en la colina de Abu Qubays, quienes la empotraron en el lugar que actualmente ocupa (en la esquina oriental de La Kaaba a 1,40 m de altura) y que marca el inicio y final de cada una de las siete vueltas rituales que cada peregrino debe dar a La Kaaba como los ángeles lo hacen en torno a Dios. Los peregrinos intentan besarla o tocarla en señal de veneración, pero nunca de adoración; ni siquiera es el punto de postergación, pues lo es cualquiera de La Kaaba. Los musulmanes dicen que la piedra descendió a la tierra más blanca que la leche, pero los pecados de los hijos de Adán la volvieron negra.
En la cercanía de La Kaaba está la fuente de Zem-Zem que fue obra del ángel que se apiadó de Agar, la esposa verdadera (para los ismaelitas) o la esclava concubina (para los judíos) de Abraham, que fue maltratada por Sara (“la otra” para unos y “la señora” para otros) y tuvo que vagar con su hijo Ismael por el desierto, hasta que recaló en La Meca donde pudo remediar su sed fatal gracias al agua que hizo brotar el ángel en la explanada en que se encuentra La Kaaba. Igualmente en esta plaza está la piedra (Makam Ibrahim) que, según la tradición, conserva la impronta de los pies del mismísimo Abraham. También en los alrededores de la mezquita están enterrados muchos de los profetas, incluido el propio Ismael, hijo de Abraham.
La participación de Abraham en la reconstrucción de La Kaaba tiene un claro valor simbólico para el Islam, al presentarse como la vuelta a la pureza religiosa primitiva que había quedado mancillada por los errores de los judíos y de los cristianos. Pero el verdadero valor sagrado de La Meca es ser el lugar elegido por Dios para hacer la revelación y La Kaaba representa la unidad del mundo musulmán a pesar de las diferencias doctrínales entre unas corrientes u otras (en especial entre los chiítas y los sunitas).
El místico musulmán Abu Yazid al-Bista, dice hablando de este lugar santo:
El santuario está allí donde se encuentra la contemplación. Todo el universo no es para el hombre más que un lugar de encuentro donde se acerque a Dios y una escondida cámara donde goce del trato frecuente con Dios. Él es extraño al amor de Dios, no obstante, en cuanto que participa de la visión de Dios, todo el universo es su santuario.
Quería acabar con estas sabias palabras cuando descubrí por azar que el hotel más alto del mundo está en La Meca, justo enfrente de la plaza de la mezquita de Al-Haram y está construido por el grupo Bin Laden (imagino que debe ser la familia del infausto que todos conocemos). El hotel se llama “The Makkah Clock Royal Tower” y sus cifras son mareantes: 577 metros de altura, 76 plantas, 858 habitaciones, y un superreloj 40 veces mayor que el Big Ben londinense que será visible a ¡17 km! de distancia. Además, dispondrá de un observatorio lunar y un museo islámico; todo dentro de un megalómano proyecto del rey saudita de mejorar los santos lugares.
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