Francisco de Miranda, el primer venezolano Universal

 

“Que gobiernen las prostitutas. A sus hijos ya los conocemos. Dejadme morir en paz”. Es la frase que se atribuye al Generalísimo aquella madrugada del 14 de julio de 1816 a pocas horas antes de su muerte producto de una apoplejía, en la enfermería de la cárcel de La Carraca en Cádiz (España). Así se despedía de este mundo quien fuera el caraqueño más universal y respetado, tanto por tirios y troyanos.

De él llegaría a decir el mismísimo Napoleón: “Anoche cené en casa de un hombre verdaderamente extraordinario… Un verdadero Don Quijote, con la diferencia de que este no está loco… En el corazón del General Miranda arde el fuego sagrado”. Y es que sin Sebastián Francisco Párbulo de Miranda Rodríguez no hubiese habido ningún proceso de Independencia de este lado del mundo.

Quiso la vida que Francisco naciera en la humilde Capitanía General de la Audiencia de Caracas, ciudad más tirada hacia pueblo sin la mayor importancia para el Imperio español. Después de recorrer Europa y la actual Estados Unidos y conocer a 9 de los 10 personajes más influyentes de esa época y mundo, se lanza a la epopeya de libertad de su América natal: la puesta en marcha de su proyecto interesantísimo “Colombeia”, recopilado en su extenso archivo recuperado para Venezuela por el Dr. Alberto Adriani y el Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Caracciolo Parra Pérez en 1926, de lo que la Gran Colombia posterior fue solo un retazo minúsculo. De hecho, esa Colombia de Miranda se extendería desde el Río Misisipi, en los actuales EEUU, hasta el Cabo de Hornos,

Su discípulo Simón Bolívar, otra figura que debe entenderse en sus numerosas facetas y no solo como el “semidiós” del Panteón venezolano, no supo comprender la dimensión de la ambición del plan de liberación de Miranda. Lo encarcela en julio de 1812 y lo entrega al realista Domingo de Monteverde a cambio de su propio pellejo. Y es que Miranda es el fundador de la Primera República de Venezuela en 1806. Muchas envidias, celos y mezquindades han marcado el detallado silencio de este hombre. Los venezolanos apenas conocen parte de su obra y lo ubican a través del cuadro de Arturo Michelena “Miranda en la Carraca”, en el mejor de los casos.

Pocos saben que este intelectual y militar caraqueño, dos facetas que parecieran no ir de la mano en estos días lúgubres de la República, llegó a compartir con Washington, Jefferson, Adams y Hamilton, los grandes de la Revolución Americana. Compartió mesa con Napoleón Bonaparte. Se codeó con el famoso Duque de Wellington. Estuvo en la Corte Rusa de Catalina la Grande. Invitado de primera fila en el desfile del Rey Federico II de Prusia. Como signo perenne del aprecio por este hombre, la humanidad libre inscribió su nombre en el Arco del Triunfo de la ciudad de París.

Es hora de sacar de la oscuridad a este verdadero Prócer de Venezuela y de América. Incluso, tuvo de discípulos a través de los círculos masónicos al General San Martín, el titan libertador del sur, y a Bernardo O´Higgins, prócer de Chile y en ellos insufló sus ideas y proyecto libertario. El estudio de su vida de seguro nos ayudará a entendernos como nación y captar claves importantes de la traición de Bolívar a su maestro y amigo. La misma actitud que tomó Bolívar con otro grande acogido por Chile y hecho “Padre de la Patria” de ese país: Don Andrés Bello. Las pequeñeces de los hombres no esconden sus grandezas, por el contrario, los enaltecen más puesto que los acercan a nosotros mismos: seres de carne y hueso que cometemos errores, pero que nos levantamos diariamente. Sin embargo, hemos optado por contar la Historia desde el Panteón hagiográfico que focaliza su luz en unos, mientras que a un Miranda lo someten al ostracismo y la oscuridad.

Les recomiendo leer la biografía contada por Fermín Goñi. No se arrepentirán.

Como último dato curioso: La vida de Miranda se apagó justo un 14 de julio, el mismo día que Francia celebra su Día de la Libertad…